Junio-Julio 2014

nº 158

Voces brasileñas. La poesía de Carlos Nejar: Memoria cósmica del viento

Antonio Maura
carlos nejar

El poeta brasileño Carlos Nejar vive en la "Casa del Viento", cerca de Río de Janeiro. En ella ha levantado uno de los mayores templos al lenguaje con más de veinte poemarios, cerca de diez libros de ficción, media docena de piezas de teatro, además de una rigurosa Historia de la Literatura Brasileña. Ningún género literario le resulta ajeno a este escritor "gaúcho", condecorado en diversas ocasiones, miembro de la Academia Brasileira de Letras y de la de Filosofía, así como del Pen Club de Brasil.

Su poesía puede volar con aliento épico, pero también en poemas muy breves, como los que se reproducen aquí, llega a alcanzar un profundo contenido simbólico. La vida puede parecer banal si nos atenemos a cotidianidad, pero hasta la más diminuta gota de agua parece encerrar en su esfera una inmensidad de imágenes, de partículas sub-atómicas en una danza sólo comparable a la de los astros en la curvatura de nuestro Universo. El hombre se halla sumido en la incertidumbre entre la soledad del cosmos y el borboteo de la materia cuántica. Somos nebulosas de átomos y moléculas, pero también porciones insignificantes en la inmensidad del espacio. Sólo el viento de la poesía, como un remolino mágico, es capaz de elevarnos de las pequeñas cosas y hechos que nos rodean, hasta el lugar donde lo alegórico y lo humano, lo gigante y lo diminuto se encuentran. En esa encrucijada donde se funden lo sagrado y lo profano, donde las palabras se iluminan por dentro, como un cometa o como una luciérnaga, es donde habita la poesía, la autentica, aquella que crece en el limo donde se han depositado los recuerdos, en el barrizal de una historia que abarca y supera lo humano, en la memoria cósmica.

Gustav Siebenmann, crítico y reconocido hispanista, escribió:

"Nejar encarna de modo convincente, pero con modestia en discreto retraimiento, el logro de aquella síntesis, en tantos lugares anhelada y tan raramente cumplida, entre innovación y tradición, entre el crítico malestar y la esperanza. Está entre los escasos poetas imprescindibles de los cerca de trescientos memorables de la América de habla española y de Brasil, en el periodo comprendido entre 1890 y 1990."

Los poemas que se reproducen en este espacio forman parte del poemario Plenaria España y fueron escritos en un viaje del escritor a Salamanca, que se prolongó posteriormente a París. En estos "poemas vivientes", como los califica su autor, se presentan pequeños avatares de la vida cotidiana: una lágrima derramada, un cajón que se cierra, un rayo de luz o una diminuta larva. Y estos minúsculos hechos y seres se transforman en símbolos de una realidad inconmensurable. Sólo de ese modo la palabra puede iluminarse, arder en un círculo de fuego y alumbrar un recodo del espacio-tiempo que sea la memoria cósmica del viento.

Cajón

Solo el universo
calla el universo
como si un cajón
en otro se metiese
y su llave
fuese el mismo verso


Arte de levitar

El poema
nace
y levita:
porque cayó
dentro
de la luz.


Lágrima, suspiro

La lágrima
no atraviesa
la luz, la lágrima
no atraviesa
la lágrima.

Y el aliento
del agua
en los ojos
no llega
al aliento del cielo.

En definitiva, se mezcla
en el aire el agua
con la luz.

Y el fuego
es la única lengua
del agua.

Donde ni
el cielo
lucha
con la boca.


Larva

Más que ser aire, larva
Lo que de tener, falta.
Lo que se vive, paga
hasta el filtro de nada
Lo que sí es agua, apaga
Y al ir muriendo, mata.