Enero - Febrero 2014

nº 154

Cuadernos Oxford

Pedro Tellería
de paseo por la ciudad
Recordamos sus derivas sentimentales, su vagabundeo por la ciudad, su buscarse la vida. Como si un amigo nos volviera a contar una vieja anécdota que, sin embargo, sigue tan fresca que ilustra por sí sola toda una época de su vida ...

A caballo entre el diario y el anecdotario, inspirado por ese hibridaje tan posmoderno pero a la vez tan necesario de mucha escritura actual, De paseo por la ciudad que murió de éxito es el volumen que, dedicado a Nueva York, Sergio Sánchez-Pando publicó hace unos meses en la madrileña Eutelequia. Necesitaba encontrar un rato para leerlo con calma. Un rato “de calidad”, como dicen los cursis.

Y me he encontrado con un libro breve, intenso y releíble. Son noventa páginas y cincuenta fragmentos. Lo de la relegibilidad es más complejo de explicar. Pero como soy un crítico audaz, lo intentaré.

La primera prueba es puramente física: dejé el volumen sobre el escritorio cuando lo terminé y, ahora que estoy enjaretando esta reseña, pruebo a abrirlo de nuevo por donde caiga. Releo el fragmento. Por ejemplo, “Mareados en un taxi”. Aquí Sánchez-Pando nos cuenta el malestar estomacal que le provoca la conducción incivilizada de los famosos coches amarillos. Y de pronto reaparece en el penúltimo párrafo Gelsomina, su pareja en el libro. Y todo adquiere un aire familiar. Recordamos sus derivas sentimentales, su vagabundeo por la ciudad, su buscarse la vida. Como si un amigo nos volviera a contar una vieja anécdota que, sin embargo, sigue tan fresca que ilustra por sí sola toda una época de su vida.

La segunda prueba es recordar un episodio y volver a él. Y gozarlo de nuevo, claro. Por ejemplo, su entrevista de trabajo en B & N: ¡contratado de inmediato por escuchar a Stone Roses!

Citaré para terminar cuatro cualidades más del libro: la naturalidad de la voz de Sánchez-Pando (había riesgo: escribir sobre Nueva York invita a la solemnidad más rancia o a la modestia más falsa), la variedad de las escenas, ese ir y venir de los personajes (como el músico, Gelsomina…) y, perdón por el palabro, el subjetivismo objetivo (es decir, contar todo desde el prisma individual sin caer en el soliloquio narcisista, sino con unas gotas de excelente ironía).

Último apunte. Sergio Sánchez-Pando debería explotar un subgénero que domina con maestría: la entrevista de trabajo.