Enero - Febrero 2014

nº 154

Y John Lennon le escribió al viento

Enrique Gutiérrez Ordorika
John Lennon
Imagen: © ardiluzu 2014
"Me niego a que se me sujete como a un borracho
bajo el frío grifo de los hechos.
Yo rechazo la coartada universal."

Leonard Cohen
(¿Qué hago aquí?)

Naufragio del desencanto

Me llamo John y soñé con ser capitán de navío, pero en la bahía de Liverpool son frías las aguas que bañan las costas del mar de Irlanda. A un añorante marinero perdido en el muelle le pregunté por el sur. Su silencio rebotó donde el mar talla el barco, y ahora dudo, tal vez el barco talla el mar. Naufragó en el Tatiana, cerca de las islas Feroe. Es un grave error abandonar tierra firme enrolado en un buque con nombre de mujer. Lo enroña la deriva y el óxido te devora el alma. Me dijo: Pregunta al viento, te sacudirá la tristeza. Si interrogas al cielo, tendrás tanta certeza como desesperación, sabrás que siempre ha mentido. Ahora sé que en el inmenso líquido azul es imposible horadar huellas invisibles y que los deseos de eternidad no son ni siquiera recuerdos, todo fenece. Como no soy peregrino que persigue lejanías, me sobran los consejos, Buscaré un puerto seguro, apuntando con el dedo al azar, al abrigo de la caricia que me llevó a encallar en una costa de nombres desconocidos. En un recodo al que llamaron Bilbao, la resaca borró las últimas pisadas. Para reencontrar al perdido, me sigo alejando por el mundo.

Intentando recordar

Oí decir que John Lennon decidió escribir al viento y no encontró un piano azul. En mis escritos ha crecido la nieve, es tarde para rememorar lo que había en la ventana. Al pie de un árbol, unos niños arrancaban flores que llevar hasta tu sombra. No me aprendí tu nombre de memoria. Lo tengo en la punta de los labios. Estoy intentando recordar… Estoy intentando recordar… Resopla un vendaval por el pulmón agujereado de tu pequeño acordeón, pero estás tan lejos, tan lejos… Deshaciendo brotes grises. Imagine, imagine… Hay una canción que está sonando en un lugar desconocido y nadie entiende la última estrofa. Estoy intentando recordar…

Balada triste de John y de Yoko

Atardeciendo sobre un jergón desnudo, el alambique destilaba escarcha y soledad. El hombre al que estampó, contra la mala suerte, el ronquido de la muchedumbre cantaba en sus pasos canciones turbias. Decía que Manhattan es el lugar al que van a desovar los mares sosos. Quería leer en voz alta los versos rescatados del interior de una botella de ron de Jamaica. Eran estrofas de amor haciendo ondas sobre la superficie de una taza de té caliente. Eran susurros acallados por las monedas que Judas iba depositando en el platillo:

El Sargento Pepper falleció en Danang. La noche del Tet, lo mató el resplandor de un fuego de artificio. Le explotó en el ombligo la inmensidad morena de un horizonte oblicuo atado a largas pestañas. La vi por última vez en la estación de Olaveaga, escondida tras un paraguas abierto. Supuse que iba camino del mar del Norte, donde abrigan más las tormentas. La llamé Yoko y no contestó. Se olvidó de su nombre. Un tal Dylan hizo otra versión. Se perdió con John en Hamburgo.

El adiós del marinero John

Lorca bailó con Isadora Duncan un vals a la soledad, madrugada en Riverside Drive, y el mar dejó de moverse. Alguien grabó en el mármol que, sobre un trozo de tierra parda, una cabellera de hierba verde se dejó alisar las trenzas por un peine de lirios de invierno. Dicen que fue un marinero desaparecido en los arrecifes de las Feroe, cuyos anteojos redondos se han encontrado en una alcantarilla de Coney Island, ¡Enigmática mujer del norte, no desveles sus secretos! En la ocre humedad de estas hojas silba el roto vendaval su olvido. En un laberinto de siete calles se pierde, y le pierde, el mundo.

La leyenda

Floki de Rogaland encontró Islandia buscando el norte y Odín no estuvo conforme. Erik el rojo encontró Groenlandia buscando el norte y Odín no estuvo conforme. Leif Erickson encontró El Labrador buscando el norte y Odín no estuvo conforme. Thorvald encontró Terranova buscando el norte y Odín no estuvo conforme. Cuando Ivar naufragó en los arrecifes de la costa oeste de las Feroe, Bel el brujo dijo que este castigo era la prueba de que Odín no estuvo conforme. Yoko llegó a Hamburgo buscando la sombra y halló las cenizas.