Enero - Febrero 2014

nº 154

Crímenes (IV)

Kerman Arzalluz
crimenesEjemplares
En cuanto vea las fuentes repletas sobre la mesa se va a volver loca y empezará a repetir ese “¡sublimo!, ¡sublimo! en primera persona del singular, que tanta gracia me hace ...

No debería haber ido a la mani después de ver Braveheart

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Nuestra relación ha sido una permanente historia de amor-odio. Marga es de blanco o negro, de todo o nada, de empezar y no parar, de detenerse y ya está. Una mujer extrema. Pero ya no puedo con tanta intensidad. Y llegados a este punto en el que he decidido quitarla de en medio, tampoco quiero que sufra. No quiero destrozarla, ni hacerla picadillo, simplemente quiero que desaparezca, borrarla del mapa con la suavidad de una goma de esas que huelen a fresa o canela. Así que le he preparado una cena muy especial. Nada de cianuro en la sopa, no, no, la supuesta asepsia de ese método es falsa, el envenenamiento concluye siempre con horribles estertores. Me voy a limitar a satisfacer su gula, su irrefrenable pasión por el jamón ibérico de bellota. ¡Qué ricura de pieza! Ocho kilos fileteados a mano esta misma tarde. Cientos de finas lonchas con la justa proporción de magro y tocino, de esas que dejan un inconfundible sabor recio y un poco grasiento en boca y rascan lo justo al pasar por la garganta. En cuanto vea las fuentes repletas sobre la mesa se va a volver loca y empezará a repetir ese “¡sublimo!, ¡sublimo! en primera persona del singular, que tanta gracia me hace. Una, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y otra, y… ¡Qué aproveche!

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–Venga, ¡mátala!
–¡La cerveza, por el amor de dios, la cerveza!

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PARADOJA

La maté, pero inmortalicé el momento.