Abril 2014

nº 156

Clara Rockmore. Eco de una vida entre sonidos

Marta Villota - María Clè
claraRockmore
dibujos: María Clè

Marta Villota Gálvez (Madrid, 1975)
Nació en Madrid y por su formación, como ingeniera de montes y paisajista, se dedica a la ecología y a la ordenación del territorio combinando la docencia y la investigación con la participación en proyectos multidisciplinares. Desde estos paisajes y, entre mapa, hueco y árbol, se introduce en otro ecosistema como es el de la música. Además de su experiencia en la dirección teatral y en la narración escénica oral, escribe y participa activamente como promotora de conciertos y agitadora de la escena gasteiztarra.
Este libro es, quizá, una de las felices consecuencias de una inquietud ávida por lo clandestino, por la arqueología del sonido y por lo periférico. Por esa especie de adicción a lo misceláneo y por cierta sinestesia.

María Clè Leal (Madrid, 1980)
crea su firma de moda en el año 2004. Su trayectoria como diseñadora tiene una continuación lógica en sus ilustraciones, faceta que le ha llevado a colaborar con otros creadores y ha impregnado gradualmente su trabajo, enriqueciendo su imaginario particular. Un mundo sofisticado que aúna pasión y delicadeza, e invita a la ensoñación.

"Clara Rockmore. Eco de una vida entre sonidos" es un relato ilustrado sobre la thereminista Clara Rockmore (1911-1998), violinista en sus inicios, y musa de Léon Theremin (1896-1993), el ingeniero e inventor ruso creador del instrumento que lleva su nombre.
Escrita por Marta Villota e ilustrada por María Clè Leal, la historia reivindica a una artista visionaria, pionera de la música electrónica por su legado, la pasión y la enseñanza que nos ha transmitido sobre el theremin. Inspirado en fuentes y otras referencias acerca de su vida, más allá de una biografía y, en ocasiones, desde un distanciamiento emocional, el libro editado por Amargord Ediciones, narra una posible realidad íntima e imaginaria, la de una mujer fascinante y necesaria que innovó y amó la música.

Clara Rockmore Clara Rockmore Clara Rockmore Clara Rockmore

Efectivamente, no se trata de una biografía pero basándonos en fuentes sobre su vida (textos, entrevistas y un documental), nos imaginamos cómo contaría, ella, parte de su historia, su relación con el violín y después con el theremin, así que está escrito en primera y tercera persona, jugando con una especie de distanciamiento emocional, entre un contexto histórico al que se recurre a veces y una posible realidad íntima e imaginaria.

Los dibujos inacabados, continuados, más allá del papel, que creó María hablan por sí solos, y los personajes sobre los que escribo yo, no son ficticios, son tan reales como la historia que vivieron o la que hemos ideado. Esto, que se ha convertido en un libro, es el relato que ha surgido a partir de un contexto y una búsqueda sobre la realidad que pudieron vivir Clara Rockmore y Léon Theremin en el siglo pasado, y de la invención que ambas figuras nos han inspirado, por supuesto.

Lo que un día desde la conversación y en un viaje comenzamos a recordar, luego imaginar, dibujar y escribir, se ha convertido en este libro. Guiño a un legado musical. Cuento o pequeña gran cruzada que ha supuesto una aventura y un aprendizaje.

Lo cierto es que sobre Léon Theremin (Lev Serguéyevich Termén) sí hay bastante escrito, aparece en los libros sobre música electrónica y en el fantástico documental de Steven M. Martin, Theremin: An Electronic Odyssey (1994) [recomendadísimo]. Y por supuesto, está la biografía que escribió sobre su vida Albert Glinsky, Theremin: Ether Music And Espionage, publicada en 2005. Termen, ingeniero, inventor y también chelista, trabajaba para la KGB

En cambio, Clara Rockmore (hasta que se casa es Clara Reisenberg), suele aparecer como un personaje, si bien en las fuentes citadas, como uno de los principales, pero apenas existe publicación o una buena documentación sobre su vida, tan solo algunas entrevistas, especialmente la que le hizo Robert Moog en 1977 con motivo de la publicación del álbum The Art of the Theremin, recogida en el artículo "In Clara’s Words". Normalmente se repite la información de lo que se cree [popularmente] saber sobre ella: Que fue una niña prodigio, una wunderkind del violín, la más joven (con 5 años) en entrar en el Real Conservatorio de San Petersburgo, y continuó tocando el violín incluso en su exilio en EEUU, y siempre con su hermana, la pianista Nadia Reisenberg. Ocurre durante el régimen soviético gobernado por Lenin. En una época en la que uno de los principales objetivos de Lenin era electrificar la Unión Soviética. Que allí, en la ciudad de Nueva York y dentro de la comunidad de emigrados rusos, conoce a Léon Theremin en los años 30 (finales de los 20), de hecho en una presentación que hacía él mostrando el nuevo instrumento que había inventado, el theremin (o eterófono). Y es cuando sin apenas ser consciente ni de su funcionamiento, comienza a tocarlo "sin tocarlo" -pues no existen referencias físicas sino que el sonido se basa en los cambios de frecuencia de un campo electromagnético a través del movimiento de las manos en el aire que invaden ese espacio-, con una sensibilidad única y como si lo hubiera estado haciendo toda su vida. Ella tendría que abandonar después el violín, y su carrera como concertista, por una dolencia en los huesos debido a problemas de desnutrición. Es lo que llamó, "la tragedia de su vida". Esto y la necesidad de seguir interpretando música y expresándose le llevó a volcarse en el theremin, hasta el punto de que en el proceso de su aprendizaje sobre el theremin, le ayudaría al inventor, Léon Theremin, a desarrollar el instrumento y perfeccionarlo (control más rápido del volumen, mayor rango de octavas (lo amplió de 3 a 5)), lo que hacía que el instrumento fuera más flexible y capaz de interpretar con él piezas mucho más rápidas y de mayor precisión. Pionera de la música electrónica sin darse cuenta, porque lo más alucinante de esto es su empeño por llevarlo a la altura de un instrumento clásico (de música clásica). Ella interpretaba piezas de música clásica como Bach, Schubert, Chopin, Rachmaninov, Saint- Saëns, pero con un instrumento puramente electrónico. En palabras de Clara, el theremin salvó "su cordura musical"

Y esos intersticios son los que, supongo, nos inspiraron. Espacios de misterio, preguntas, o momentos cotidianos que son las parcelas de la intimidad. Lo que no está escrito o contado pero lo que puede dar lugar a una historia imaginada, pensada en voz alta, a partir de una intuición por sus palabras, por su carácter, por sus decisiones tomadas, por su legado. Rescatamos a esta figura. La inventamos desde su propia expresión

¿Historia de amor? No es tal la que se imaginan o la que suele ser más tentadora, tampoco somos quien conoce bien lo que vivieron...