ISSN: 1578-8644

LUKE nº 151 - Septiembre 2013



La campaña del coronel Emilio

Antonio Tello

Se ha dado cuenta al volverse: no conoce el rumbo. Si todos duermen la pampa se llenará de sueños y los caballos se ilusionarán con aguadas frescas...

El coronel Emilio no conoce el rumbo; tampoco sabe que lo ha perdido. Que así todo es más lejano sin las aguadas y sin la pelea. En la noche la pampa es sólo un rumor de cascos desganados: tlop tlop tlop, mientras las cantimploras hacen tintineartín de vez en cuando su desolada impotencia. Chajáa-chajáa ríe un chajá a la distancia: desesperada lejanía que nos va vaciando.

El indio, le dijeron ayer a Emilio, me dijeron ayer, está al otro lado de los Grandes Médanos. Hoy ya no. No están los médanos. El coronel Emilio se acaba de dar vuelta buscando el rostro de sus soldados: sombras dolientes que vagan por el desierto sin rastrilladas ni duraznillos blancos: temores ambulantes por tembladerales desconocidos: polvo suave por donde galopan sigilosas las luces malas de Antiguos Perdidos. Un gaucho rezagado se ha dormido. Yo soy Emilio y no conozco el rumbo. Y de él se escapan recuerdos que sueña. Se ha dado cuenta al volverse: no conoce el rumbo. Si todos duermen la pampa se llenará de sueños y los caballos se ilusionarán con aguadas frescas. ¡Chajáachajáa! Hasta la noche nos quema sin el agua y sin el indio. Tlop tlop tlop: la distancia es siempre horizonte. Mañana el sol aparecerá por algún lado y nos aplastará contra el suelo hasta que se hunda en el llano. Y el horizonte, labio sin rostro, volcará tanta soledad que no habrá lugar para la tristeza.

El coronel Emilio no conoce el rumbo, chajáa, el cielo es limpio, dulce y distante: sólo baja al fondo, en la lejanía vaciadora. Tlop tlop tlop, los pastos a la menor brisa susurran nuestro paso: sol sol soledad sol sol sol soledad sol. Es la hora de beber el duro sabor de los facones sin poder escupir la greda meticulosa: memoria polvorienta de pasadas humedades. Soy Emilio y no conozco el rumbo. El sol ya salió por algún lado y los colores de la madrugada huyeron, perdiéndose vencidos al final de la distancia. Los ángeles ya revolotean sobre nosotros. Tlop tlop tlop relin-in-cho: el caballo del coronel Emilio no se ha despertado y sueña: tlop tlop tlop resopli-pli-do. La sed. Sol sol soledad sol: olfateo el agua detrás de la lomada y Emilio no me lleva. Yo me galop-o hasta allá. ¡Eya diablo! El caballo de Emilio se ha desbocado y galop-a tras la lomada. Los otros apenas si levantan sus cogotes vencidos de sed: galop galop galop-e ¡shhhtooo! ¡Ta loco ta loco El Soñador! ¡shhtooo! ¡Quéviaestar loco si ahí hay agua! ¡shhhtooo! ¡Olfateo el durazniyo blanco! Galop galop galop-e: un indio bombero se escapa. El coronel Emilio le bolea el caballo. Rueda una bola de guadal entre las pajas bravas y en ellas se desvanece. Como Leuvucó. Como Leuvucó. Ayer se corrieron los médanos, hoy un indio se desvaneció, ya nadie cree en Leuvucó.

En desgarrones de pajonales rojos se acongoja bajo el sol el llano ¡Ah, Emilio, si pudieras inventar un indio para encontrar un enemigo! Yo soy Emilio y ni siquiera sueño un indio para entrar a chuza y sable: tacuaras rudas esperando la sangre, lomos curvados de trajines y peleas, víboras rectas que duermen la siesta, sonidos desocupados al menor movimiento: chuzas y sables. Un viento suave llena la oquedad del cielo y a poco trae la
andaré al tranquito
noche. Cielo limpio, muy limpio, que no cruzan los patos. Desde el fondo de la columna viene
vidalitay
un preludio anónimo, nocturno y la voz que lo llena se asienta leve en la blancura de las salinas. Temblores sombríos se escurren por los arenales y en el descanso todos son desparra-
soñándote por la pampa
mos quietos sobre los aperos desmontados: almohadas hediondas y sin sudores, espaldas
queriéndote en el llano
vidalitay

huecas en espera ¡chajáá! El coronel Emilio no conoce el rumbo: a Leuvucó. Anteayer se
pa’ no olvidarte nunca
corrieron los médanos, ayer un indio se desvaneció. Como Leuvucó. Como Leuvucó. Hay un vacío de distancia que no llenan los murmullos. La noche: sol sol soledad sol en la arena. Atrás, los cañones han comenzado a quejarse de los caballos que los tiran y prefieren quedarse en el desierto sin vomitar su bronca estruendosa. Mi caballo se ha levantado: Deambulará El Soñador porque ha vuelto a soñar con las aguadas. Deambulará hasta encontrarlas y beberá en ellas, en sus aguadas soñadas: así se mantiene, mientras nosotros chupamos la dudosa frescura de los facones: galop galop galop-e: sobre las salinas galop-an las ánimas de una partida en tropillas de blancos. Uno pensó un toque a degüello y enseguida todos cargaron. Hubo ruido de pelea en las salinas, pero todo era muy blanco chajáá el recuerdo de un gaucho que duerme se me ha puesto al frente y no deja espacio para los míos: caray Rosendo que disgracia ti hay venido achurando al Hombre no hay güelta no hay güelta Rosendo hay un beso en mi boca pa’ que me soñés sin olvidarme caray Rosendo si te me morís no me llegarán tus recuerdos teneme siempre que no hay güelta no hay güelta en esta güelta chajáchajáá.

La noche: memoria del sol sin tiempo: calor sin aguadas en los arenales salobres infiltrándose en los pensamientos: huyentes silenciosos hacia verdores umbríos que ya nadie cree. Ayer desaparecerán los Grandes Médanos y el indio. Sol sol soledad sol. Lagartijas coquetonas son suspiros de algunas grietas. Y hay un monte a lo lejos. Y hay una sierra a lo lejos. Y hay una luna a lo lejos. Y hay un lejos a lo lejos. Como Leuvucó. Como Leuvucó. Que nunca aparece. Que nunca apareció. Y yo soy Emilio y no conoce el rumbo al Leuvucó. El tiempo no es tiempo si no hay Leuvucó. Y la luna calienta blancuras en el arenal secando hasta las aguadas de El Soñador. Tropilla de blancos monta-mos en el guadal y la greda es sigilosa en la soleada soledad. Mañana me dijeron ahí están los Grandes Médanos que ya no estarán: sólo arena, sólo pampa, todo igual. Chajáá chajáá ríe el chajá con su grito usado de ayer. Sólo Rosendo sigue soñando su único recuerdo que ya es colectivo: caray Rosendo vidalitay ya no hay más rastrilladas ni canto ni agua ni sed sólo tu recuerdo andaré al tranquito vidalitay ni lluvia ni salvajes ni sol ni pampa ni duraznillos blancos yo soy Emilio y nunca supe el rumbo vidalitay ni sueño más aguadas ni ya me llaman El Soñador hay un beso en mi boca Rosendo todo está vacío siendo presente sin lagunas y sin Leuvucó mejor me quedo sin explotar mi pólvora por el fondo vienen al tranco pensando un toque a degüello caray Rosendo si no hay güelta parecen luces malas por el guadal y ya cargamos donde están sin estar pa’no o1vidarte nunca vidalitay es vacío el silencio y es vacío la distancia y es vacío el enemigo que es otro que no vemos y que vienen del Norte como el viento que ahora es caliente y que será frío como el sable como el facón como los ángeles que ya no revolotean queriéndote en el llano vidalitay si hay un achurao un Hombre un cepo una hilacha una pulga un piojo mecacho hay un andar de sombras de ánimas penando en el salitre sobre los huesos pelados sobre la distancia que duele sin que el galope me canse ahora que no sueño sueños que somos Antiguos Perdidos que vagamos sin regreso siguiendo el Uniforme de Emilio y yo soy Emilio y me llaman el Extraviado porque equivoqué el enemigo y el rumbo al Leuvucó.

Ilustración: Jorge Sarraute