ISSN: 1578-8644

LUKE nº 147 - Marzo 2013



Sala Oscura

Alex Oviedo

El problema no es sólo que la imagen de Hitchcock sea tan conocida que al espectador se le haga extraño ver a Anthony Hopkins metido en su piel, o que el peso dramático acabe recayendo en su mujer —Helen Mirren borda el papel de la resignada esposa— ...

La primera sensación que uno experimenta tras la visión de Hitchcock —la vida del genial director que ha realizado Sacha Gervasi— es que quiere volver a disfrutar de Psicosis. En parte porque la película se centra precisamente en el rodaje de la obra maestra del genio del suspense y porque no acaba de entender que muchas de las escenas que se rodaron fueran debidas a la mano de otros —el montaje musical del crimen en la ducha, sin ir más lejos— o al azar. Por no hablar de ese regusto que a uno se le queda de que Hitch fuese casi un pelele en manos de sus miedos, sus deseos por las mujeres —rubias— o sus frustraciones por no haber podido parecerse a Cary Grant o James Stewart. Dejando a un lado la cantidad de guiños que la cinta hace a los amantes del cine hitchcockniano —la presencia de los pájaros que antecede a los títulos de crédito, la sintonía reconocible y mítica del programa televisivo Alfred Hitckcock presenta o la sombra redondeada del director que se mostraba en su cameo en La Trama—, lo cierto es que Hitchcock acaba por producir no sólo sorpresa sino también desasosiego. ¿Es posible que el director estuviese tan obsesionado por el sexo opuesto o por los crímenes como para acabar hablando con el asesino en serie Ed Gein —personaje en el que se basó Psicosis— y llegar a plantearse la muerte de su mujer? ¿O fue ésta —Alma Reville— tan importante en la carrera de Hitch como para modular el exceso cinematográfico de su marido? Hay momentos en los que uno no tiene claro si el genio era él o ella. El problema no es sólo que la imagen de Hitchcock sea tan conocida que al espectador se le haga extraño ver a Anthony Hopkins metido en su piel, o que el peso dramático acabe recayendo en su mujer —Helen Mirren borda el papel de la resignada esposa—, o que los actores que participaron en el rodaje de Psicosis queden siempre relegados a un segundo plano: Janet Leigh (Scarlett Johansson), Vera Miles (Jessica Biel) y sobre todo Anthony Perkins (James D´Arcy). El problema es de compensación entre lo que uno recuerda de las películas del director y lo que nos dicen que pasó. Lo positivo, por el contrario, es entender el cambio que se estaba produciendo en la industria cinematográfica —interesante las referencias que el responsable de una de ellas hace al éxito económico, que no artístico, de Falso Culpable, Vértigo o Con la muerte en los talones, por ejemplo— o la manera en la que se muestra la manipulación de los sentimientos del espectador o de convencer a la censura americana del momento lo que podía o no aparecer en la pantalla. Cuestiones que subrayan o lastran la historia que nos están contando hasta el punto de preferir lo que el propio Hitchcok nos legó.