ISSN: 1578-8644

LUKE nº 145 - Enero 2013



Poemas

Héctor Berenguer

VI

Padre me lleva de su mano,
Hiroshima
ya no es la ciudad oriental
pero aún es Hiroshima.

Con Tarkovski
pienso en lo que ha esculpido el tiempo

Para que salga el hombre
otra vez de la tierra.

Hongo venenoso
y obstinado.

Ahora de abajo, como antes fue del aire.

Sentimientos nos unen más allá del tiempo.
Puedo sentir tu mano tibia, puedo verte como eras, aún cuando era niño para verte.

Sé que no hay resurrección
donde muerte y vida se anudan para siempre.

¿Por qué viniste padre, por qué tuve que esperar tanto?
Tratando inútilmente de descifrarte.

Estás en ese "aquí" donde todo se resume
En la increíble nada de tu presencia.

Esa otra muerte infinita.

¿Soy tu vergüenza o eres mi vergüenza?

Extraño espejo se inclina sobre la tierra, sabes que vas a morir y das las gracias.

Ya me miras sin ningún extravío.

¿Quiénes somos padre?
¿Quién soy yo?

Carne de tu carne.
¿Acaso lo más cercano es lo más esquivo?

Asusta la palidez de estas estrellas
que ya no señalan a nadie.

Quizás sea este... Un intento sin consuelo.

De aquél que lloraba en el último banco
de un colegio.

A mi padre José Berenguer

VII

Dicen que es calmo el lecho de la muerte.

Pero yo no sabré la dirección de mi último crepúsculo.

Ni la imprecisa noche a la que habré de entregarme.

Ver morir a otros descubre nuestra desnudez frente al destino.

Como Casandra, el hombre tiene la horrible misión de dar a luz el porvenir.

Cada cual lleva paciente un cadáver con su nombre.

Y muere siempre el otro
su reverso imaginario.

¿Quién puede, como quería Rilke, conquistar su propia muerte?

El peso de un cuerpo tiene la densidad de una piedra
en la caída.

Lo sabe la mujer que va a parir o después de la cópula
cuando aún yace su amante sobre ella.

Muchos hombres se deshacen pocos mueren...

Morir es un arte superior a la muerte.

El samurai supo el cultivo de esa extraña criatura.

Que juró un día su vida ante el cerezo en flor.

Pétalo derramado por el viento en un cuenco sagrado.

VII

Viene mi perro a lamerme las manoscon su nariz helada…

( Es la suma de todos los perros que he tenido.)

¿Qué rastro hueles, adonde me llevas?¿Por qué tengo que seguirte?

El instinto es insondable… el animal nos mira desde esa herida.

En lo abierto… los pájaros vuelan en las venas del aire…
Y mil abejas son un solo cuerpo.

La oscuridad de la creación fue y será naturaleza.

No humanidad
Naturaleza.

VIII

Está conmigo alguien que no conozco, que nadie conoce.

¿Cuánto hace que está a mi lado?
¿Cuánto tiempo he cargado un desconocido?

He inventado a este cadáver, lo he seguido…
Como a Patroclo, lo he amadoa pesar de estar muerto.

He ungido por él a un arquetipo de la muerte.

Cualquier figura puede estar
en el interior de un círculo sagrado.

Antonius Blok el caballero del Séptimo sello. Va más lejos que Igman Bergman.

La creación es superior al creador.

Sin embargo, hay una partida de ajedrez imposible de ganar.

¿Cuánto podremos demorar su tiempo?

Eso es el arte eterna alquimia.

Solo de lo efímero podemos construir lo perdurable.

Siento en la noche
su poder como el fin de mi mundo.

Su crecimiento como mi desaparición.
¿Será necesario morir para saberlo?

Esa parte innominada es la que decide por nosotros.

Después no importa la fortuna
aliviados ya de todo engaño.

Somos y seremos simiente que perece.

A mi hijo Ciro.

IX

¿Recuerdas la casa de los ecos?

Ese oráculo blanco junto al río perdido en un rincón del parque Alem.

Toda mi infancia preguntando al otro imaginario, que devolvía esa voz propia y ajena.

Los que han nacido
con ese grito en su garganta.
Saben que del eco de uno nace el otro como dios nace de la palabra dios.

Se vive de esa voz como de un sueño.

Cuando esos susurros cesen para siempre
cuando esas voces nuestras y ajenas
nos abandonen.

¿Qué será de nosotros?

Ahora que se fueron los años asombrados.

Y los absurdos de siempre nos dan la mano del pésame.
Destiempo
que entrecruza vidas y propósitos
como marionetas.

Un mínimo esqueleto puede sostener la piel y las nubes.
Dijo N.Climent pensando en Giacometti.

Mas el poder nombrar a sido dado al hombre
¿Quien puede soporta esa perdida?
Si hasta un loco no tiene otra cosa que certezas.

Cada cual piensa ser esto y es lo otro
lo opuesto es siempre la mitad mas incierta.

En tiempos remotos escribió Lao Tsé
"Las cosas o se multiplican por minoría,
o se aminoran por mayoría"

Cada hombre sin ser inmortal era viviente pregunta.

Así crecieron las artes y disminuyó la codicia.

Ahora la música de los bárbaros cerró uno a uno los agujeros de la flauta mágica
Y los amantes
como Pamina y Papageno.
Se han refugiado dentro de su fabula.

X

Hijo mío, no te mueras
acá nunca seremos nada para nadie.
Este mundo es una casa llena de fantasmas
y ni dios se conoce a sí mismo.

Llamo de este lado del dolor…
y un número responde con voz metálica de oriente o trompeta del último juicio.

"Presione dos para ser atendido y tres en caso de urgencia…"

Y esa música de Scott Joplin sonando en cada pausa…
Y ese pulse nuevamente tres para confirmar su obra social...

Todo esto es el centro de una calle infinita
similar a las infinitas calles de este mundo.

Con gente acechando para ver el color de la sangre, que es como la nuestra, de todos y de nadie.

Así, se ve volar la vida en "American Beauty"
Así, cruzamos todos por miles cada día sin nombres, sin historia, como náufragos de alquitrán y cemento.

Grito como un loco: No te mueras hijo… que ya ha pasado la mitad del bombardeo
y vendrán por nosotros las sirenas de nácar y las barbas de algodón.

Te llamo hijo- camarada ese nombre secreto con el que llamaba Whitman a un soldado herido.
Como si esta calle incierta e inapelable, fuera una página perdida de "Drum Taps" pero sin ningún heroísmo ni consuelo.

La humanidad ha sido siempre lucha eterna.

Te contaron hasta diez cuando caíste y ya nadie te levantará.
Estás muriendo a la vista de todos.

Ya no habrá droga que te salve…
pero yo te amo camarada.
Por tu martirio inexplicable, que es también el nuestro.