Disputábamos el desempate en el quinto y definitivo set. Llegó a mi dejada muy forzado y me brindó un smash a placer. El pelotazo le impactó en la nuez. Yo gané el tanto, la muerte súbita fue para él.
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ESPÍA TORPE
Lo maté porque sabía demasiado poco.
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Que si racista, que si xenófobo, me han dicho de todo. Mi hijo me regaló esas botas negras horribles de caña alta y punta tan dura. Sólo me las puse aquel día para darle el gusto. Que aquel tipo se agachara justo delante de mí para atarse los cordones…
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No le escatimaba atenciones, mis mimos y arrumacos eran constantes. Al cabo compré un apartamento pequeño, diminuto, pero de sólidas paredes. Y continué con los cariños y lisonjas, redoblando las caricias, haciendo de cada día un alud de detalles, sin perder nunca el Norte de su felicidad. Y ella rebosó, y rebosó, y rebosó...
