Espacio Luke

Luke nº 139 - Mayo 2012. ISSN: 1578-8644

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Una campa y un árbol

Enrique Gutiérrez Ordorika

En el corazón de cada pájaro
navega un barco hacia su propio país.

Javier Aguirre Gandarias

Exilio

En la playa de “reboyos” recalan los despojos del naufragio, haciendo compañía a la turbiedad de las burbujas que la marejada agolpa junto a los pies desnudos de los carroñeros del mar que bucean entre las víctimas… ¡Qué importa si lloras! Las lágrimas alimentan el inmenso océano, que brama en cólera y se ríe de la fuerza de los cachalotes.

El vuelo del pájaro

No evocas la melancolía ni su forma de perecer, los ojos rebotan en la luna de la ventana. El árbol y la campa de la infancia no tenían país. Nadie lo nombraba. Envidiabas los trapos que adornaban las fachadas en aquellas procesiones en las que el calvario de Cristo era lo único verdadero. Tu madre no decía nada, pasaba un estropajo con jabón por los botaguas que relucían brillantes y limpios. Los días tenían botones y ojal, eran gris de lluvia, y eran alegres. María era el nombre de la galleta de las cenas y los desayunos. Te alimentabas para crecer. ¿Por qué no nos advierten? Crecer significa poseer los interrogantes y el permiso para rascarse el sarampión de la infancia... ¿Por qué nunca regresaron los abuelos? ¿Por qué? Militaban en el bando de la tristeza. Se perdieron en la inmensidad que se extiende más allá de la campa y el árbol. ¿Qué país era ese? ¿Quiénes lo habitaban? Los días tenían cremallera, eran gris de lluvia. Algunos también eran tristes. Con una palmada en el hombro, un pequeño empujón y un tímido: “muchacho, sal a la plaza, te están aguardando”, alguien te indicó aquello de: ¿a qué esperas para descubrirlo?”. La edad destila la memoria. La memoria el reencuentro. El reencuentro la fiesta. Hay un miedo atávico a la soledad. El sonido del tiempo estaba poblado de voces y canciones antiguas. En la fundición del alma cada uno elige la estrofa que le conmueve. La tuya era la de un pájaro al que cortaban las alas. ¿Quién eres? ¿Quiénes te acompañan? Descubrir la diversidad es sembrar la duda. La duda corroe los paisajes bucólicos. ¿Tienes miedo? Todos tenemos miedo. No hace falta valor para la certeza, la certeza sólo necesita determinación, el valor se precisa para la incertidumbre. Ahora los días llevan imperdibles tapando los descosidos, son gris de lluvia, y son tan alegres como tristes. ¿Qué país es este? ¿Quiénes somos sus habitantes? En el Instituto de Estadísticas aseguran que el rompecabezas lo componen tres millones de pedazos. El tuyo está sobre la mesa y contiene una campa y un árbol. No evocas la melancolía ni su forma de perecer… Tan sólo no puedes dejar de ser como eres.

Consecuencias (Hölderlin)

El desconocido salió de su incierto país y, en medio de la tempestad, se aproximó al lecho en el que expiraba su último aliento Empedocles. Compadecido del moribundo, pidió un favor a los dioses.

Los dioses, tras escuchar la súplica, abrieron una cuenta donde depositar los intereses de la deuda por su intervención en el Caos, encomendándole el cobro al hijo de un aduanero que vio frustrados sus sueños artísticos en las calles de Viena.

Lo que resta de la historia no lo rubricaron los poetas, lo hizo el amor y el odio...

Una campa y un árbol