Espacio Luke

Luke nº 140 - Junio 2012. ISSN: 1578-8644

Busca los autores o artículos de LUKE desde Enero de 2000.

Ajeno es el tiempo a nuestra presencia dolorosa

Mari Carmen Moreno Mozo

Ajeno es el tiempo a nuestra presencia dolorosa. Escruto la oscuridad, pero hasta tu sombra se ha largado. Me pusiste esa capucha para que no supiese adónde me llevabas y me abandonaste aquí, en una grieta del tiempo cubierta de vacío. No sé quién fui, no sé por qué me has hecho eso, no sé cómo me llamo. Has borrado todo lo que toqué y hasta los pobres sentimientos han sido sustituidos por una capa de frialdad de témpano. Es como si me hubieses colocado los grilletes en mis flacas muñecas, como si hubieses permitido que se trasladase el vacío a mi nueva estancia.

Si pudiese perforar la soledad y escuchar el lamento de la sirena, tal vez supiese por qué me has abandonado. Me resultaría odioso saber que carecías de propósito, que torciste mi rumbo, sólo por placer, por el deseo de verme fenecer. Acaso me alcé contra tus semejantes, acaso mi apetito fue insaciable y por eso me has castigado. Si hasta el ángel negro llevaba alas, dime… ¿por qué a mí no me las has dado?

Nos hemos distanciado. Es cierto. Yo he puesto a secar tus palabras de desánimo. He visto cómo metías en una maleta los gritos y te colabas en el autobús. He visto con qué ímpetu tirabas el adiós a la cuneta de la carretera. No te lo dicho, pero tus naderías no han marcado mi piel. Ni siquiera me siento nervioso o triste. Es maravillo. Después de dedicar mi vida a perfeccionar la tuya, todavía mi dínamo funciona. Nunca he sido una amantis religiosa, pero hoy he levado mis alas trasparentes y he mirado desde arriba. Después, me he lanzado en picado contra la cicuta de la soledad y la he aplastado.

Debo de ser de papel, porque si me quitas el calco, todavía respiro.