Espacio Luke

Luke nº 140 - Junio 2012. ISSN: 1578-8644

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Dos relatos de "El síndrome del pez"

Emilia Lanzas

EL SÍNDROME DEL PEZ

Nadar es mejor que pensar. Aunque sea por aguas solitarias. A doscientos cincuenta metros de profundidad es imposible el negro. Ser pez es mejor que ser sexador de pollos. Tengo la llave, y no me importa migrar, y ya he olvidado todos los nombres de los que algún día viajaron conmigo. Ser pez es mejor que ser niña en Haití o soldado en cualquier parte. Ser pez es suponerse un poco ángel. Voy dejando estelas gris plata. Ser pez es mejor que ser moneda. Ser pez es poseer un millar de caminos, si se sabe evitar el anzuelo. Cuando veo el púrpura comprendo que amanece. Ser pez es intuir. Percibir que la orquídea flota, que las manos poseen puntos brillantes. Ser pez es amar la inmensidad, aunque huela a potasio. Ser caballa es mejor que ser verdel, y acabar en una cárcel en Texas. Ser pez es tener alas, evitar el zigurat de peldaños inútiles. Ser pez es renunciar a estar clavado. El mar es como una nube inmensa. Ser pez es el círculo rojo. Ser pez es sentirse vivo, confiar, conocer el azul. Ser pez es esperar la nave de los locos, eternamente.

EL REDONDEL BLANCO

A Jacinto le creció un redondel blanco en el ombligo cuando sonó la duodécima campanada, y todavía le quedaban en la mano cinco uvas; cuando en el salón de los espejos, la gente comenzó a besarse con deseos de buen año, y se los imaginó revueltos como un arroz con chipirones; cuando en la luna comenzaron a nacer estratos negros, y la soprano desplegó su nariz de sable para cantar el Ave María; cuando sintió el alma recubierta de alambre, y una sonrisa de prisma le indicó el camino; cuando comenzó a mirar con ojos de esparto, y la vida se le colocó en diagonal.
Así, con el redondel blanco en el ombligo, salió a la calle el primer día del año. Algunos agachaban sus hocicos de perro y levantaban la pata al verle. Otros ponían gesto de rabino ante el Muro de las Lamentaciones. Pero Jacinto les aconsejaba que buscasen también su redondel blanco. Y aunque miraban cabizbajos, les habría abrazado como una madre gorila, con la fe de un cerezo. Y a la niña de puño en alto y al hombre con manchas en la piel, les dijo que nunca se quebrasen, que evitaran los periódicos con forma de abanico y que un zoológico para pingüinos no les iba a dar la felicidad. Y les repetía que buscasen su redondel blanco. Que pusieran todo su empeño.

Emilia Lanzas Emilia Lanzas

Emilia Lanzas nació en Corcoya (Sevilla), aunque reside en Madrid, donde se licenció en Ciencias de la Información. Lleva veinte años ejerciendo la profesión periodística en diferentes medios escritos y digitales. Ha sido redactora jefe del periódico Generación XXI. También ha impartido clases de escritura creativa a niños.

Sobre su libro de cuentos El síndrome del pez, que acaba de publicar en Gens, opina: "Deseo encontrar lo que amo en lo que escribo. Encontrar lo que combato en lo que escribo. Esperar que quien me lea se predisponga a la poesía, a la inocencia, al juego del lenguaje. Crear una escisión entre nosotros y la materia que nos aleje de este horror en el que intentan anularnos. Reivindicar el elemento de los peces, esos peces que esperan la nave en donde están los locos más extraños, más molestos. Soñar, para así completarnos".