Espacio Luke

Luke nº 135 - Enero 2012. ISSN: 1578-8644

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Fallece Václav Havel

Eufrasio Lucena

(Asociación Hispano-Checa
lucesdebohemia.cz)

Con este post, no queremos hacer una necrológica al uso. La asociación cultural-literaria Luces de Bohemia que componemos no puede pasar por alto lo acontecido ayer. Y nos ha pillado con las manos en la masa: como lo leen. Habíamos quedado a hacer perníky y tortillas de patatas, y también acabábamos de perfilar el calendario de encuentros literarios para 2012 con la idea de abrir en febrero con el tema de la disidencia en la literatura: Havel iba a ser el objetivo de nuestras búsquedas literarias. Pero el fallecimiento de Václav Havel nos ha dejado K.O.

La figura de Václav Havel, criado en los ambientes más bohemios y urbanos de Praga, ha sido de aquellas que ha servido de guía a un pueblo y a la propia Humanidad. Tanto desde el punto de vista político como, en lo cultural, desde su sensibilidad y labor creativa.

Para los que lo pudimos ver de cerca… bueno, a Havel nunca se le podía ver de lejos, porque no ponía distancias, ni barreras, siempre fue una persona cercana, que casi podías confundir con otro viandante. Eva recuerda aquella foto que su papá le hizo mientras él montaba a caballo. Eufra recuerda aquella inauguración de exposición en la que asistió como visitante, sin más, pero tuvo que acceder a decir unas breves palabras. Lo veías como un señor amable al que te daban ganas de darle un abrazo. Así: sin más.

Quizá, parte de esa simpatía que sentimos se debe a esa cercanía y empatía con los demás. Su labor social es apabullante. Parece que esa época de creación en el Teatro Na Zábradlí le hizo pensar que la medicina del teatro podía tener buenos resultados en los demás. Seguramente ahora, la atención de ciertos sectores editoriales consiga hacer justicia con su obra dramática traduciéndose al castellano más profusamente. Veremos. Además, un tío de teatro que llega a presidente… Esto, en España: ni de coña.

Para los checos, Havel es una figura esencial. El símbolo de los cambios políticos y sociales más importantes de aquella nueva República Checa. Su oposición al régimen comunista le costó pasar por situaciones de severa dificultad. Aun así, desde su disidencia, consiguió alentar el pálpito popular y erigir una de las transformaciones (o liberaciones) más importantes de Centroeuropa.

“La política ya no es lo que era”. Esa confianza que ahora no tiene la clase política, ni en España ni en Chequia, era de la que sí gozaba Havel. Él era de esa casta especial: de los que creen en los derechos y libertad de los demás, de los que creen que el amor y la verdad vencerán, como rezaba su propio leit motiv. Su tesón personal le hizo liderar infinidad de acciones en favor de los derechos humanos. Este hecho, y su forma de hacer política, sirvieron para colocar a su persona y a la propia República Checa en las primeras filas del panorama internacional.

Seguramente, Petra lamentará mucho este día. Como para muchos otros jóvenes estudiantes, él era un referente. Este Ciudadano Havel era alguien en el que se podía confiar. De esas personas que sirven de guía, a las que se quiere y admira aunque no se las trate personalmente, personas que dejan un vacío irreemplazable cuando se van, pero permanecen en la memoria histórica y cultural.

A Eufra se le viene a la cabeza la escena del cementerio en la obra teatral Luces de Bohemia, donde Valle-Inclán resucita a Rubén Darío y al Marqués de Bradomín como comentaristas de la vida y milagros del pobre Max. No es hacer un paralelismo, sino reflexionar sobre la extraña situación en la que atendemos más las pérdidas, que las presencias.

En sus memorias, comentaba: “A veces también soy consciente de lo absolutamente increíble de mi destino. Y hasta dejo de entender mi vida, incluso me imagino como una especie de error de la historia. ¿Cómo pudo pasar que yo –precisamente yo– me encontrara en el epicentro de unos acontecimientos tan importantes que marcarían el futuro de muchas naciones y millones de personas? A veces pienso que estoy soñando mi vida y que en un momento dado me despertaré de todo esto”.

Y es que, para quien escribe, todo en la vida viene a cuento.

Václav Havel