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Espacio Luke

Luke nº 124 - Enero 2011

Entrevista Raúl Fernández Vítores (y II)

Emilia Lanzas

E.L. ¿No crees que el excedente humano es muy válido para el sistema? La escasa oferta de mano de obra propicia junto con la gran demanda que los derechos de los trabajadores se vacíen y sean inoperantes. Donde el trabajo es un bien escaso, y su obtención la principal consecución, no se exigirán reivindicaciones de ningún tipo. La clase explotadora tendrá el camino expedito…

R.F.V. Creo que la ya siempre sobreabundante mano de obra que se ofrece y la siempre reducible demanda de la misma por parte del capital es un hecho consumado.

E.L. Expones en el libro que el nacionalsocialismo no sólo es el paroxismo del biopoder, usando el término de Foucault, sino que su aparición inicia lo que denominas el “tanatopoder”, y fechas su aparición el 14 de julio de 1933 cuando Hitler firma la ley para la prevención de la descendencia con enfermedades hereditarias. Más adelante, aprueba otra ley prescribiendo la esterilización forzosa de los pacientes con algún tipo de tara física o mental susceptible de ser transmitida genéticamente. ¿Crees que la práctica “tanática” continuará desarrollándose y perfeccionándose en Occidente?

R.F.V. Los dispositivos del biopoder miman, por decirlo así, el cuerpo del hombre; los del tanatopoder lo hacen desaparecer directamente. El nacionalsocialismo es paradigma de esto último. Durante sus seis primeros años, los años de paz, llevó a cabo unas trescientas mil esterilizaciones forzosas; desde el comienzo de la II Guerra Mundial hasta que se inicia la invasión de la Unión Soviética unos setenta mil adultos y entre cinco o seis mil niños fueron víctimas de la eutanasia obligatoria; luego fue, sobre todo, la destrucción de los judíos europeos.

Los nazis terminaron convirtiendo el trabajo en el dispositivo de control por excelencia. Vernichtung durch Arbeit, decían, desaparición a través del trabajo. Creo que el actual capitalismo no ignora esta fórmula.

E.L. “Posmoderno, post mortem”. Nuestro estilo es el del arrepentimiento. Doblemente miserable nuestra escritura… Sólo dejas lugar para la física, la física en el lugar de la conciencia, ¿podrías explicarlo?

R.F.V. La afirmación pertenece a la Ética de Spinoza: quien se arrepiente es doblemente miserable, por haberse equivocado primero y por arrepentirse después. Nuestras conciencias, que son básicamente máquinas de autoengaño, se hacen añicos cuando se enfrentan al mundo de Auschwitz. No resistimos ante el espejo. La Física dice sub specie aeternitatis quiénes o qué somos realmente.

E.L. Pienso que el interés –e incluso la financiación– por parte del Estado de Israel y del lobby judío para que se mantenga vivo el holocausto pretende, en última instancia, lograr justificar la política genocida (“eliminaciones selectivas”, “operaciones puntuales”, “autodefensa activa” con algunos de los eufemismos utilizados) en contra del pueblo palestino. ¿Esto entra también dentro de los dispositivos tanatopolíticos?

R.F.V. No deja de ser significativo que, siendo ésta una entrevista que gira en torno al tema del Holocausto, la primera vez que usas el término «judío» lo hagas inmediatamente después de utilizar el término «lobby» y poco antes de introducir la expresión «política genocida» asociada a la de «pueblo palestino». Esto ilustra la condición de heredero por la que has preguntado hace un momento. El antisemitismo constituye una parte sustantiva de nuestra tradición cultural. Yo sólo quiero registrar aquí algunos nombres y cifras, y un dato que me parece suficientemente expresivo. En Polonia funcionaron tres campos de exterminio puro donde sólo se gasearon judíos: Bełżec (450.000 judíos gaseados), Sobibór (150.000 judíos gaseados), Treblinka (800.000 judíos gaseados).

E.L. Franco, gran admirador de Hitler, implantó en España campos de concentración, Batallones Disciplinarios de Soldados Trabajadores (BDST, creados a partir de 1940) junto con la Redención de Penas del Trabajo que se prolongaron hasta los años cincuenta. El hambre, las torturas, los asesinatos masivos, el trabajo hasta la muerte fueron, como en el caso del nazismo, sus señas de identidad. Cientos de miles de prisioneros de guerra republicanos murieron sin que, como en el caso de Alemania y Austria, se haya indemnizado a las víctimas. ¿Crees que España es doblemente culpable?

R.F.V. Entre un campo de concentración y un campo de exterminio hay diferencias, a mi juicio, evidentes. Franco fue un dictador y la Guerra Civil fue penosa, sin duda; sin embargo, durante los años de la eliminación física de los judíos europeos, el régimen franquista permitió a los judíos con visado el tránsito por el territorio nacional, lo cual supuso que no pocos pudieran salvar la vida.

Actualmente en España siempre que se alude al Holocausto suena el tema guerracivilista, pero esto tiene una explicación: las subvenciones que pone en movimiento la llamada «ley de memoria histórica».

E.L. “El trabajo hace libre”. Si bien en Auschwitz esto era una terrible ironía, la misma idea prevalece en el capitalismo actual, aunque ahora parte del exterminio –si se puede usar una expresión tan fuerte– es provocar la despolitización generalizada, lo que hoy se denomina “gobernanza neoliberal” para desarmar completamente al ciudadano, para la neutralización de todo antagonismo político como condición indispensable para que triunfe el “gobierno de las cosas”.

R.F.V. ¡Ojo con la politización! Durante la Guerra Fría, ¿qué hacía la fuertemente politizada intelectualidad europea frente a los veinte millones de muertos de la Unión Soviética, los cuarenta que produjo la revolución china y ante el millón largo de camboyanos liquidados por los jemeres rojos? Cegados por un odio antiliberal no vieron o no quisieron ver. ¿Qué hacemos hoy mismo nosotros frente al llamado «gulag chino», frente a los más de mil doscientos campos de trabajo esclavo existentes actualmente en China? Compramos sus productos.

E.L. Están los movimientos antiglobalización, las huelgas salvajes, las revueltas de las banlieues, las manifestaciones griegas... El ser humano se resiste a la alienación y a la explotación total. Como John Brown expone en su libro La dominación liberal, mediante la lucha se puede crear una sociedad postcapitalista en el que gobernar sea gestionar las diferencias y así salir definitivamente del absolutismo; una sociedad en la que se dé una libertad basada en la cooperación directa y en la autodeterminación social. ¿Dónde piensas tú que está la salida?

R.F.V. No parece que la haya, aunque por el momento aún podemos viajar en avión para asistir a alguna protesta.