Busca los autores o artículos de LUKE desde Enero de 2000.
ISSN: 1578-8644 | Miembro de ARDE

Espacio Luke

Luke nº 124 - Enero 2011

La lógica complejidad de la poesía

María Luisa Balda

Según las hipótesis de la evolución, existen fenómenos –sean cósmicos, biológicos o mentales– que en su perpetuo movimiento modifican lo existente y lo transforman.

En este proceso transformador, desde una forma de realidad simple y homogénea, los elementos avanzan hacia lo compuesto y heterogéneo.

Y este ciego ir en pos de la complejidad es lo que llamamos progreso.

Y si, en algún momento, queremos saber algo de nuestra heterogénea y compleja realidad, y pretendemos analizar dónde estamos y qué nos ocurre, y combinamos múltiples perspectivas y factores, lo único que logramos es llenar de confusión nuestra mente. Y acomplejarla.

Pero es que además, es desconcertante este ser sujetos y objetos de nuestro análisis, este ser a la vez investigador y bicho en el microscopio: un enredo en el que quedan especialmente atrapadas la poesía y la psicología.

Decía Claudio Rodríguez en una entrevista: “Es el propio vivir, el latido humano, el que tiene que estar dentro de los poemas (…). Lo que pasa es que hay un cambio vital, y un cambio social, incluso histórico, y eso lo tienen que reflejar los poemas casi necesariamente”.

Además, desde siempre, la poesía se ha enfrentado al doble reto de lograr nuevas formas de expresión y que a su vez sean comprensibles.

Y al pretender dar respuesta a todas estas necesidades, la poesía, las palabras con ella, han hecho un doble recorrido:

–Por una parte, y como ocurre con cualquier otro aspecto de lo existente, han caminado hacia su complejidad.

–Por otra parte, la poesía ha abierto senderos a golpes de intentar poner en palabras lo externo y lo interno: esas dos selvas cada vez más intrincadas, y por eso más difíciles de expresar.

Y, por si esto fuera poco, quien escribe poesía tiene la obligación de dar un salto mortal: mientras persevera en el intento de desbrozar la oscura y compleja realidad, debe mantener viva la ilusión de dar voz a experiencias y emociones aún no nombradas.