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Espacio Luke

Luke nº 134 - Diciembre 2011

Mirando hacia otra parte. Plazas: Plaza de la Santa Faz- Alicante

Vicente Huici

Desde la terraza en la que estoy sentado, esta plaza parece estar tumbada hacia delante, volcando la mirada sobre la trasera del espléndido ayuntamiento barroco que la preside. Por otro lado, la ausencia de elemento fálico alguno en su hipotético centro hace pensar en un lugar que se ha ido construyendo espaciándose entre los edificios colindantes.

Todo esto lo comento en voz alta citando a Norberg-Shulz y a Heidegger, aunque Roche, que me escucha atentamente, lo confirma desde Henri Lefebvre. De la plaza y los lugares nos vamos hacia el espacio y retomamos la discusión que hemos mantenido con el politólogo Sanmartín acerca de las metáforas espaciales que usaba el presidente Clinton. Sí, todo parece indicar que el espacio es la matriz acuñadora de metáforas en la postmodernidad y no acabamos de saber muy bien si esto resulta algo paralizante. Pues el esquema de las redes y derivas, usado como mandala conceptual, priva a algunos movimientos sociales del discurso de la temporalidad que ha sido la base de las programaciones revolucionarias (pero también, no hay que olvidarlo, del cálculo de la tasa de beneficio).

Salvador, emérito entre los eméritos, nos mira con curiosidad pero un poco como bichos raros. No dice nada, pero su mirada es muy elocuente, como suele ser la de los grandes maestros. Mientras tanto, el entrañable Carmelo no deja de sacarnos fotos, que es lo suyo, y Dionisio, que viene a ser como un brillante Júpiter alicantino, muestra su satisfacción de artista ilustrado comprendido por los, digamos, intelectuales.

Mientras yo doy cuenta de unos gambones rojos estupendos, bien regados con un tinto autóctono y potente, Roche pregunta qué podría ser eso del intelectual colectivo que ha salido más de una vez al calor de la discusión sobre los indignados del movimiento 15-M. Salvador se ríe y alguien dice que es esto mismo que estamos haciendo, mientras comemos, bebemos, charlamos y, sobre todo, estamos juntos. Pues así, enhebrando palabras cara a cara conseguimos disolvernos en ellas en medio de esa efervescencia colectiva que Durkheim señaló como el cedazo de la conciencia colectiva.

Hay que volver al Congreso, aunque en realidad no lo hemos dejado en ningún momento. Y luego, cuando nos despidamos, saliendo cada uno hacia cada una de las puntas de la pell del brau, quedará el deseo de volver a juntarnos, para no romper ese fino hilo de Ariadna en el que se juega, en un tono menor, casi íntimo, la posteridad: “Si jo puc escriure avui aquest llibre, no és perquè els poetes ‘de guant’ y els ‘d´espardenya’ van fer llur feina, més bé o més malamente, però positiva?”, se preguntaba Joan Fuster al final de su ya olvidada obra Nosaltres els valencians.

Si me da tiempo, cuando acabe la sesión de tarde y antes de ir a cenar, subiré hasta el Castillo de Santa Bárbara para ver lo que queda de la costa alicantina entre el Cabo de Nao y el de Santa Pola. Y así celebraré el nuevo año.