Luke nº 120 - Septiembre 2010 (ISSN: 1578-8644)

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Con ánimo de lucro
... La realidad muestra que productos creados voluntariamente por gente que no cobra (y me refiero a las scanlations, no a las obras originales) se distribuyen por el mero hecho de abanderar unos niveles de calidad, exigencias que los negocios de pago parecen haber olvidado a cambio del beneficio puro y duro que les exige un mercado caníbal ...

Ricardo Triviño

En el mercado musical, es común el término pirata para referirse a todo aquel que distribuye un producto fuera de los caminos comerciales establecidos y que, de este modo, hace una competencia desleal y resta beneficios a los que sí los siguen.

Ahora es el mundillo de la viñeta el que ha abierto la veda, pese a que en el pasado hiciera algún intento. Treinta y seis editoriales japonesas y estadounidenses de manga han formado una coalición para decir basta al fenómeno de las scanlations, sus “piratas” particulares. Este neologismo anglosajón, suma de las palabras scan (escáner) y translation (traducción), describe el proceso de digitalización y traducción de los semanarios de cómics japoneses que, posteriormente, serán colgados en la Red gratuitamente.

Esta práctica ha restado, según los portavoces de las editoriales, ventas a las publicaciones en papel a medida que se ha incrementado el tráfico a las webs que enlazan o alojan las scanlations. Según ellos, estas webs se lucran a través de la publicidad de estas obras, que, a pesar de ser compradas legalmente en el mercado nipón, han sido distribuidas sin consentimiento del autor ni de la editorial, quienes no obtienen beneficio económico de estas acciones.

Las páginas destinadas a colgar dicho material aseguran que los ingresos sólo sirven apenas para pagar el servidor. Se ven como una plataforma de fans para fans cuyo objetivo es dar a conocer cómics que no son publicados en los países del público receptor. Sin embargo, también hay manga licenciado por las editoriales como los exitosos Naruto o Bleach. Como contrapunto, las páginas animan a sus lectores a comprar los tomos en papel para apoyar a las series.

Los scanlators, o personas dedicadas a llevar a cabo las scanlations, acostumbran ser grupos de fans que realizan este trabajo gratuitamente a cambio de reconocimiento y prestigio en la Red, de manera similar a los fansubbers, dedicados a subtitular el anime, o series y películas de animación japonesas. El público internauta los defiende sin duda y valora su trabajo. Aseguran que la calidad de las scanlations es mejor que la de las ediciones tradicionales, que sus traducciones son más ajustadas, precisamente porque las hacen fans, y que la variedad de su oferta es infinitamente mayor.

La verdad es que la calidad de las ediciones estadounidenses y anglosajonas de manga es generalmente mala. En España estaría el ejemplo de Planeta deAgostini Cómics, con One Piece y Nana a la cabeza con su papel gris, unas páginas que parecen fotocopiadas y una distribución altamente irregular de números atrasados. ¿Para qué pagar, entonces, cuando existe algo que es mejor y que, además, es gratis? ¿Por los autores?

De los sitios puestos bajo el microscopio, los que más visitas recibían y que ya se han visto afectados han sido OneManga y MangaFox. El primero de ellos ha retirado todo el material y ahora sólo enlaza a las otras páginas web donde sí siguen hospedando cómics. Este cambio radical ha venido acompañado del anuncio de un proyecto bautizado como OpenManga, “una plataforma que permite a los autores de manga a publicar y ganar dinero con su trabajo accediendo a una audiencia global y plurilingüe... con la posibilidad de disponibilidad gratuita para el fan”.

OpenManga pretende hacer lo que las grandes editoriales niponas, empresas de uno de los países tecnológicamente más avanzados, no han hecho. Al igual que a las discográficas, la rapidez con que Internet ha cambiado los hábitos de los consumidores los ha dejado en bragas. Los usuarios han creado canales más rápidos, baratos, eficientes, ecológicos e, inesperadamente, de mejor calidad.

Esto nos conduce a reflexionar más allá de la fosilización del mercado, de su carencia de movilidad. La realidad muestra que productos creados voluntariamente por gente que no cobra (y me refiero a las scanlations, no a las obras originales) se distribuyen por el mero hecho de abanderar unos niveles de calidad, exigencias que los negocios de pago parecen haber olvidado a cambio del beneficio puro y duro que les exige un mercado caníbal.

Así pues, ¿qué significa esto? ¿Que, en caso de que lleguen a prosperar páginas de scanlations a cambio de dinero, mantendrán el nivel de las gratuitas, o que caerán en el estatismo de las monolíticas de hoy ía? ¿Acaso no hemos conocido grupos al margen de la industria musical a través de sus cuentas de MySpace? ¿Cuántos historietistas han sido conocidos a través de sus webcómics?

Se busca arreglar o eliminar algo que funciona mejor que el motor que ahora mismo petardea y echa humo. Ahora, el verdadero problema con las scanlations es cómo orientarse hacia los artistas, cómo hacer que el canal les sirva también a ellos. Idealmente, este cambio debería ser también lo más equitativo posible para evitar la tendencia de que las scanlations de trabajos mainstream copen gigabytes frente a las de otros menos convencionales, prácticamente inexistentes. Pero ¿cómo hacerlo, cómo manejarlo? ¿OpenManga o algún proyecto similar podrían conseguirlo?

Sí realmente puede darse esta pequeña revolución, será sin duda con el apoyo de los autores y los lectores y nadie más. Los editores pueden rezar misa. Ellos no son más que los intermediarios de un negocio que se está ahogando a sí mismo. Sí salen a flote será porque despierten y sepan aprovechar la coyuntura. Y si eso se da, que es altamente probable, ya no habrá piratas, pero tampoco revolución que valga.

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