Luke nº 122 - Noviembre 2010 (ISSN: 1578-8644)

Búsqueda personalizada
Busca los autores o artículos de LUKE desde Enero de 2000.
Experiencia, Sensibilidad y dialéctica
Sobre Manhattan Song (Cinco poemas occidentales) de Luis Benítez (I)

Juan Arabia

Luego el vaso blanco de su delicado y dignísimo gesto Entre saltos y reverencias y miradas a otra parte Sin abandonar el otro lado desde donde no nos miraba

"Underground New York"

Rescatar un momento histórico, "recuperarlo" en el sentido de fijar sus condiciones materiales, sociales y estéticas, significa –al menos en el ámbito de la poesía– un gesto además de heroico, imposible.

Tan difícil como explicar las causas que hicieron al hombre el portavoz de la poesía: género relativamente autónomo del ser; caprichoso, austero, esclarecedor de una fugacidad temporal y verídica.

Recuperar vestigios, combinar en ellos las grandes narrativas y los grandes estilos con la misma experiencia supone la recreación no sólo de un sentimiento, sino también de una circunstancia, un tiempo y un lugar.

Dos palabras convendría por ahora retener para acercarnos al menos de una manera superficial a los gigantes cinco poemas que reúnen paradójicamente este pequeño volumen: sensibilidad y experiencia.

Pero es preciso, antes que nada, entender lo que estos términos nos han querido decir en un pasado no muy lejano.

Deberíamos desprendernos, primero, del sesgo de la sensibilidad como una cualidad personal, es decir emotiva, para reencontrarla con lo propuesto por T.S. Eliot en tanto disociación de la sensibilidad: una supuesta disyunción entre "pensamiento" y "sentimiento" que necesita ser unificada.

La misma generalidad podríamos encontrar también en la palabra experiencia, es decir, una experiencia que no sólo nos hable de lo vivido o lo conscientemente sujeto a una condición o estado. Podríamos pensar también en Blake o Burke, que en un mismo momento se atrevieron a comprender la experiencia en contraste con la inocencia.

Incluyo esta mínima reflexión, puesto que el mismo lector encontrará una advertencia muy parecida –y mucho más clara y bella– en el prólogo que reúne a los cinco poemas occidentales de Manhattan Song: "Hay aquí detalles que pertenecen a la realidad y otros que provienen directamente de la imaginación (…) todo poema es un fractal, una pieza anómala que altera el sistema al que corresponde, modificándolo y siendo modificado por otras parte del conjunto, en este caso, un libro".

Y es que me atrevería a conjeturar que el lector no se enfrentará ni con un "poema" ni un "poeta": el poema vendrá a sustituir lo que no se hace presente. Benítez nos invoca a un lugar vacío en muchos de sus versos, momentos que se inscriben fuera del tiempo y de lo discursivo.

¿Cómo llenar ese vacío? ¿Cómo recuperar lo perdido de la secuencia simbólica que a la vez vislumbra y traiciona ese mismo momento, dejándonos solos en medio del intelecto de la Nueva crítica, en la cueva que proponían esconderse los Confesionalistas, en el mural que proponía derribar la Generación Beat?

Toda escuela, movimiento poético, estilos y vanguardias confluyen y se bifurcan en el Manhattan del multiculturalismo; la voz de Benítez deja de ser literal, se rompe, y cada página se transforma en muchas voces.

Se trata de advertir al lector de un gesto que es promulgado por el mismo Benítez, pero que, seguramente, es superado y doblegado de manera inconsciente por su cualidad misma de poeta.

Y es aquí donde me gustaría introducir una nueva palabra representativa del Manhattan Song: dialéctica vivencial y poética.

Luis Benítez no sólo nos presenta un determinado momento histórico, la sensibilidad misma confluye con su experiencia de escritor sudamericano, que lejos de su tierra natal intenta pero no puede cambiar de vestimenta: una cultura que lo ha atravesado se mezcla dentro de una nueva cultura que lo atraviesa en tiempo presente.

Continúa

Manhattan Song