Luke nº 115 - Marzo 2010 (ISSN: 1578-8644)

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Poemas

... Luke estrena la obra de la poeta María Jesús Silva García ...

María Jesús Silva García

Lo que definen estos poemas

Estos poemas los reduciría a una batalla angustiosa que termina ganándose para sobrevivir. Se muestra el interior de una persona a través del interior que habita una casa. Partimos de una huída rápida, alguien se va, pero queda todo lo que se comparte, lo que nos hizo feliz. Escritos desde una voz que precede a la soledad del abandonado. Nunca hay una soledad absoluta. El que permanece se encuentra a diario con los objetos, las ropas, los libros, los utensilios, los muebles que edificaron un lugar donde habitar y soñar. Todo ello nos grita, nos recuerda, nos asusta, nos araña lo más profundo, desde donde se cae estrellándose contra el vacío. Pero existe un día en que se es fuerte para dejarlo todo atrás y seguir camino. Con otra gente y otros objetos.

La ventana

La ventana
se abre a la tarde,
pasa un aire nuevo,
despacio.
Olor a jara.
Los visillos se aligeran,
el cristal, embadurnado de lluvia,
se vuelve azul por un instante.

Noviembre espera

El reloj

El reloj se paró en noviembre,
a la hora exacta en que se pierden los zapatos
y las calabazas golpean la memoria.
Hay un antes y un después
del segundo que precede
a la media noche,
al siguiente paso
en el que ya descalzos
la magia se borra
y la verdad sacude las palabras
suspendidas en un tiempo subjuntivo.
El minuto presente
es una aleación de futuro.

Noviembre tenaz
relleno de niebla
vigila que el reloj no avance.

La plancha

Las arrugas se amontonan
resecas, alojadas en la doblez
de un surco yermo, profundo.
La plancha se arrastra
desorientada,
intenta aplastar la desidia
que se esconde entre noviembre,
ahuecar la fibra apelmazada
bajo el frunce descompuesto,
un tiempo amortajado
entre gotas de vapor.

Nebulosa infranqueable.

El congelador

Las cubiteras aparecen
rebosantes de sangre helada.
Las gotas vertidas han formado un meandro
que recorre la pared de escarcha,
las briznas rojas
se adhieren a la puerta
de la cárcel de hielo.

Caronte se ha instalado en el congelador
con un piolet de cincuenta componentes
y hace excavaciones en las grietas
de un alma sin óbolo.
Desciende a los infiernos de noviembre,
del recuerdo,
de la duda.

La lámpara

Las bombillas de la lámpara oscilan
al ritmo de los acordes de Mozart.
Desdibujan un reflejo ácido y chillón
sobre atmósferas colgadas de deseo.
Tiembla un contorno de luz amarilla
sin fuerza para enderezar un compás
limpio y exacto que sostenga al minuto siguiente.
Los brazos de metal ondean como un láser
en busca de la luz extinguida,
recorren la ausencia
de una entraña opaca.

Luces de neón.

La cómoda

La cómoda blanca
contiene tres cajones.
Ocultan un trozo de vida.

El primero acoge el presente,
se tambalea en la horas
luce vivo en la mañana,
en la tarde pierde brillo,
se repliega descalzo.

El segundo oculta el ayer,
hace sombra al presente,
se retan
luchan por imponerse.
El pasado es fuerte,
no se doblega,
siega el presente.

El tercero atesora el futuro,
no puede abrirse.

MARÍA JESÚS SILVA

MARÍA JESÚS SILVA GARCÍA
Nací en Madrid. Sé muy poco de casi todo. Tengo infinitos defectos y cometo igualmente multitud de errores. Me atraen los latidos y me apego a ellos con fuerza, me entristezco cuando ya no los siento. Me vuelvo frágil con la gente que me roza el alma. Adoro las palabras, escritas y habladas. Me conmueve especialmente la enfermedad, la violencia en cualquier sentido, el abandono, el dolor en todas sus formas. No me gusta la falta de respeto ni la intolerancia. Admiro la generosidad de las personas que lo dan todo a cambio de nada. De pequeña volé, quizá por ello conservo la facilidad para elevarme dos centímetros por encima de la realidad, pero me quedó pendiente aprender a aterrizar y suelo estrellarme repetidas veces.