Luke nº 115 - Marzo 2010 (ISSN: 1578-8644)

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No es cosa de locos, sino de todos
... El libro recoge ciento cuarenta y una historietas de dos páginas cada una realizadas por los participantes de la XII Edición del Premio a la Creatividad Artística Agustí de Semir-Conxa Millán, exclusivo para usuarios de los servicios de Salud Mental de Barcelona ...

Ricardo Triviño Sánchez

Años atrás, levantar un museo en torno al cómic habría sido una locura. Ahora, aun en prejuicio de algunos, parece ser una idea cada vez más aceptada: la viñeta es un medio de expresión tan legítimo como el lienzo o el libro. Nombres como los de Hergé, Will Eisner o Osamu Tezuka empiezan a conformar un panteón de maestros que va llenándose poco a poco.

No dejan de aparecer libros acerca del tema. Es Pop publicó la esperadísima biografía sobre Shultz, (de Michaelis, en castellano), y Dolmen hizo lo propio con la correspondencia de Crumb en el volumen de título epatante Tus ganas de vivir me horrorizan. Vicent Sanchís ganó el Premio de Ensayo Joan Fuster con Franco contra Flash Gordon, acerca de la censura en las historietas en España. Se abren, mientras tanto, escuelas y titulaciones. Ciudades como Nueva York, Londres o Bruselas tienen su museo dedicado. En España se instauró el Premio Nacional de Cómic en 2007 y está previsto abrir el Museo del Cómic y la Ilustración de Catalunya en una antigua fábrica de Badalona, cerca de Barcelona, que cuenta con seis plantas y una superficie útil de 4000 metros cuadrados. Las editoriales dedicadas al libro infantil y juvenil empiezan a apostar por los tebeos como camino para hacer llegar los clásicos a los más jóvenes. Entre ellos se encuentran los álbumes del Lazarillo de Tormes y Romeo y Julieta por parte de SM o la adaptación del Frankenstein de Mary Shelley y los Relatos de Edgar Allan Poe de la mano de Parramón.

Y la maquinaria gira, da dinero, se le permite existir. Salen a la venta ediciones carísimas de lujo, de Little Nemo o de Popeye, y hay compradores. No hablamos de comic-books de subastas, números uno de Superman adquiridos por cifras desorbitadas, sino de libros que uno puede adquirir en cualquier tienda generalista. Aparecen más premios. A Norma se le van sumando otros como el Premio de Novela Gráfica Fnac-Sinsentido. Éste último impulsa el término que más éxito está teniendo para dignificar el cómic y que es atribuido de manera controvertida al historietista y estudioso del cómic Will Eisner. Suyo o no, el autor estadounidense fue la piedra de toque. Su esfuerzo por hacer del cómic algo respetable le llevó a afirmar que el cómic podía servir para comunicar, en ciertos casos, mejor que un libro. Con esta idea, creó manuales viñetados para el ejército, visualmente más esclarecedores. Scott McCloud, pupilo que superó al maestro, dibujó el mejor estudio sobre el cómic elaborado hasta el momento, también exclusivamente en viñetas. Y no sólo los tebeos han encontrado su función didáctica, sino que el medio también se ha probado como herramienta terapéutica al igual que la literatura, la música o la pintura.

A finales de este pasado febrero apareció el recopilatorio Còmics, de la Fundación CPB (Centre de Psicoterapia de Barcelona), propuesta llevada a cabo por su colaborador y también conocido diseñador gráfico América Sánchez. El libro recoge ciento cuarenta y una historietas de dos páginas cada una realizadas por los participantes de la XII Edición del Premio a la Creatividad Artística Agustí de Semir-Conxa Millán, exclusivo para usuarios de los servicios de Salud Mental de Barcelona. La obra colectiva estuvo, asimismo, expuesta del 18 al 25 de febrero en el Centro de Estudios y Documentación del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Propuestas como ésta hacen que el medio realmente se revalorice más allá de las estatuas y las cifras millonarias pagados por tebeos que en su día costaron diez centavos. Aunque se hable del cómic porque está en el mercado, porque es rentable –pues se le permite estar en el panorama del Arte por la misma razón que se ha aceptado el ecologismo dentro de la política y el comercio–, son las creaciones solidarias las que realmente dan sentido al objeto artístico.

No se trata de solidaridad de SMS limpiaconciencias ni de galas benéficas con estrellas pidiendo ayuda en la televisión para una isla a la que nadie se había molestado en sacar de su pobreza y humillación hasta que las cámaras la enfocaron. Se trata, por el contrario, de la idea del arte como creación por y para todos, de la necesidad perentoria de mostrar, expresar y criticar un mundo en el que existen urbanizaciones de torres de marfil, pero que no es, ni debe ni puede ser, exclusivo de ellas.

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