Luke nº 118 - Junio 2010 (ISSN: 1578-8644)

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Latidos
... Está a punto de ordenarles que dejen sus oraciones, pero le detiene la caridad cristiana y su fe en el tráfico de buques y yates en el Estrecho ...

José Manuel Botana

Las olas golpean tenaces como un latido, golpean contra el lateral de la embarcación haciéndola más frágil a cada embestida. El motor cambia de sonido abandonando el hip-hop para anunciar problemas a ritmo bacaladero, y los que aún duermen se despiertan entre estertores de la maquinaria que parece gritar (remen, remen, remen). Nadie maldice, todas las miradas convergen en el millonario patrón de la embarcación que esta mañana de otoño ha decidido ponerse un pullover azul con gorra de capitán blanca ribeteada por una franja azul marino a juego, todos lo miran implorando que marque de nuevo el ritmo del hip-hop en el motor fuera borda, pero el patrón no parece tener prisa y tira de la cuerda con desgana en un intento infructuoso por arrancar algo de musicalidad a la barcaza.

Los pasajeros persiguen con los ojos los movimientos del patrón, que mira por sus prismáticos y piensa que tal vez debería darles alguna explicación sobre lo que está sucediendo, y más ahora que las olas parecen batirse en retirada, pero es católico y está acostumbrado a resistir en su pequeño pueblo de Marruecos, aguanta todo y guardará silencio, sólo necesita un poco de control y mantener el desapego, cree fervientemente en la virgen de los desesperados, a la cual le ha puesto una capilla en su pueblo para que le libre de todo mal.

El pasaje comienza a rezar. ¿Acaso no saben que es católico? Está a punto de ordenarles que dejen sus oraciones, pero le detiene la caridad cristiana y su fe en el tráfico de buques y yates en el Estrecho. Al terminar las plegarias les mira con aire retador sin decir palabra, no le haría ninguna gracia que se pusieran a llorar, ya llueve bastante. Se recrea en el trío de embarazadas y en cómo tiritan los chicos más jóvenes al lado de las anónimas fuerzas de trabajo.

–Ahora que ya habéis terminado con vuestras oraciones, voy a arrancar esta barcaza.

Agarra la cuerda del fuera borda y tira de ella varia veces, tira con ímpetu pero su esfuerzo es inútil, al parecer los dioses están sin cobertura por aquí, coge los prismáticos y ve la costa de Europa, la marea les empuja en esa dirección, y cada minuto que pasa la tierra se ensancha y asciende majestuosa mientras el mar se pliega a los deseos de la corriente que les lleva. Todos ellos miran hacia la tierra eclipsada por el manto de agua, ya falta poco para llegar a su anhelado destino cuando un ruido se acerca a diecisiete nudos por estribor con el piloto automático encendido, sesenta y cuatro metros de eslora dirigiéndose directamente hacia ellos, que se incorporan todos a una con los brazos en alto intentando llamar la atención del sueño europeo en forma de yate para que cambie su rumbo, y en el mejor de los casos, no vuelque la patera. Una de las embarazadas calcula el impacto. “Vamos a morir”, dice en un idioma del África Meridional que sólo ella habla pero que todos entienden, incluido el patrón.

–No perdáis la calma… –susurra esta vez sin desapego, quitándose su gorra de capitán.

karonte

Obra: Karonte
Artista: Malena de Botana
Técnica: óleo sobre fotografía
www.lineas.org
www.malenadebotana.com