Luke nº 114 - Febrero 2010 (ISSN: 1578-8644)

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Visera
... Como no pienso llevarle la contraria, meto la mano en el bolsillo de la bata y le doy la visera de la empresa, donde el sobre se encuentra bien protegido. El estirado tira la visera al suelo ...

José Manuel Botana

Insurrecta esperaba la fregona en el piso once de un total de trece. La tecnología de esta comunidad consiste en fregona de serie con balde deteriorado, pero a pesar de la escasez de medios procuro realizar mi trabajo lo mejor que puedo y, a ser posible, con mayor discreción a partir de las dos y media de la mañana. Hoy he tenido una salida explosiva, son las tres y ya he terminado dos pisos, bebo un trago del preparado isotónico y me recompongo la ropa, que, con el vaivén de brazos, se me había descolocado, guardo la visera en el bolsillo de la bata, arranco la máquina de fregar, me asomo por el hueco de la escalera y veo un dedo pulsando el botón del ascensor, al cual la inercia lo inclina hacia adelante para luego enderezarse. Entonces escucho una pregunta emergiendo de una puerta que sigilosa se entreabre.

–¿Dónde vas?

El ascensor ha llegado y abre sus puertas como una garganta torpe y pusilánime cuando él se gira quedándose entre ellas; duda, pero finalmente avanza hacia el interior, la voz se transforma en materia con pie descalzo. Éste se coloca entre las puertas del ascensor, que comienzan a cerrarse atrapando el trozo de carne; ahora las palabras resultan más creíbles encalladas en el dolor.

–¡No te vayas! ¡No te vayas, por favor!

Eso me hace pensar que la cosa puede demorarse, y pierdo todo interés por la resolución. Vuelvo a lo mío dándole más volumen al Réquiem de Faure, que ya casi es una marcha. Cuando llego al piso de abajo no están ninguno de los dos, ni el descalzo ni el estirado; han estropeado el ascensor, las puertas han quedado entreabiertas con un espacio mínimo entre ellas y se han olvidado una bolsa en el interior; ignoro el ascensor averiado, ignoro la bolsa apretando la fregona contra el escurridor, desciendo unos peldaños mojando las escaleras, pero la boca se me ha llenado de saliva y eso es señal inequívoca de que tengo que ir a ver el contenido de la bolsa. Me quito los auriculares con resignación (veo mejor sin ellos), fuerzo las puertas del ascensor y me agazapo junto a la bolsa, dentro hay un sobre escrito con letra infantil:

"Instrucciones para ser feliz".

Dudo y finalmente me decido: Lo guardo sin abrir, pego otro trago a la isotónica y llego al mármol del portal, donde termina parte de mi jornada. Arrebujado en el sillón de cuero está el estirado, que se levanta, y extiende enérgicamente la mano para que le dé el sobre. Como no pienso llevarle la contraria, meto la mano en el bolsillo de la bata y le doy la visera de la empresa, donde el sobre se encuentra bien protegido. El estirado tira la visera al suelo. Le sonrío.

–Quiero el sobre, no tu asquerosa visera –dice lanzándose a buscar él mismo dentro de los bolsillos de la bata–. Tú lo has cogido, desgraciado. Haré que te despidan...

Sale de allí indignado, saco el sobre del forro de la visera, hago que baile entre mis dedos en una danza que mezcla el ansia con la curiosidad, lo abro nervioso, hay un folio en blanco. ¿Y por esto me van a despedir?

visera

Obra: Visera
Artista: Malena de Botana
Técnica: composición fotográfica
www.lineas.org
www.malenadebotana.com