Luke

Luke nº 109 - Septiembre 2009
ISSN: 1578-8644
Sergio Sánchez-Pando

Zarzalejo Blues. The Lay of the Land (Acción de Gracias)

Aunque probablemente no fuera su propósito cuando escribió “El periodista deportivo” y concibió al personaje de Frank Bascombe, lo cierto es que Richard Ford lleva veinte años embarcado en el ambicioso proyecto de proporcionarnos una radiografía de la sociedad actual norteamericana que consta, hasta el momento, de tres entregas –todas ellas editadas por Anagrama–. La última es The Lay of the Land (publicada recientemente en nuestro país con el facilón título de Acción de Gracias).

No parece casual que la trama de esta última, así como también la de El Día de la Independencia –su segunda entrega–, giren en torno a las dos fiestas más emblemáticas del calendario estadounidense: el día de Acción de Gracias y el 4 de julio, respectivamente. Una y otra conforman el telón de fondo sobre el que se proyecta el mosaico de reflexiones, relaciones y observaciones característico de las novelas de Ford, espoleado por esa ansiedad que fechas tan señaladas despiertan en individuos ensimismados, levemente inadaptados, alérgicos a las reuniones familiares.

De este modo seguimos los pasos de Frank Bascombe a lo largo de los años, desde el inicio de su andadura profesional como periodista deportivo hasta su madurez como propietario de una pequeña agencia inmobiliaria. Si bien la acción de cada una de las novelas que conforman la trilogía se ciñe a periodos de tiempo muy breves –apenas los tres días que preceden a la fiesta de Acción de Gracias en el caso de The Lay of the Land–, los recuerdos de su protagonista nos permiten ir rellenando los huecos.

Nos encontramos en esta ocasión con un Frank Bascombe que transita por el filo entre la madurez entendida como plenitud –lo que él denomina el permanent period– y la decadencia acechante que, en su caso, podría haber anticipado su llegada. Su actitud nos recuerda a la de un fajador que encaja como puede la cadena de golpes que le ha reservado la vida: el diagnóstico de un cáncer de próstata, el inesperado abandono por parte de su segunda mujer, la alienación mutua que se profesan él y sus dos hijos e incluso la posibilidad, cada vez más real, de un segundo mandato por parte de George W. Bush.

Semejante panorama contrasta con el privilegiado entorno en el que Bascombe ha logrado establecer su residencia –una aislada franja de arena frente al océano–, como si algo así no bastara para protegerle de los embates de la vida: fatalidades, vecinos imposibles, delincuencia. Pese a los instintos, la imposibilidad de blindarse no parece dejarle más opción que implicarse, aunque sea a regañadientes.

No importa que el bien común se antoje inalcanzable visto desde la ventanilla de un coche que recorre sin descanso el entramado de autopistas y suburbios, esos simulacros de comunidad que conforman la identidad del más impersonal de los estados americanos: Nueva Jersey. La mirada del agente inmobiliario percibe en detalle la cambiante naturaleza del espacio urbano, su transformación constante, a la que no hay más opción que adaptarse y, en lo posible, extraer beneficio. Más complicado resulta, en comparación, el reto de amoldarse al flujo de la vida.

The Lay of the Land es una novela rocosa, sombría, con ínfulas de novela total, como si la visión de Richard Ford hubiera ido adquiriendo gravedad y ambición a medida que tomaba conciencia del cariz de su misión. Quizá el punto medio representado por El Día de la Independencia resulte más amable al lector, máxime cuando Frank Bascombe, protagonista absoluto de la trilogía, no es un personaje que proyecte excesiva empatía. Aun así, la riqueza del mosaico, sustentado en una prosa detallista y minuciosa, compensará a muchos, ya sea en su filigrana como en su efecto en perspectiva.

Acción de gracias