Luke

Luke nº 109 - Septiembre 2009
ISSN: 1578-8644
Enrique Gutiérrez Ordorika

Tartamudeos mitológicos

Algo que ha caído
tintinea en lo infinito
Fernando Pessoa

Equilibrismos

Qué no te turbe el desconcierto, las cosas no siempre fueron así...
Hubo otros calendarios...
Tampoco en aquel universo antiguo la tierra era plana,
pero Dios –¡siempre Dios!–, como un funambulista sobre el alambre de Euclides, tensó las miradas en la línea recta

El vuelo de un insecto

Temes por tu vida. Conoces que la alquimia se castiga con la muerte. Eres un turista al que conmueven las bellezas de las cúpulas y las pupilas atigradas de las mujeres.El músico del laúd toca para ti una canción extremadamente dulce. Tus pies permanecen inmóviles y juntos, detenidos sobre el centro de la inmensa plaza de Samarcanda, la joya del Oriente. Pero el paisaje es efímero,,, No tiene un Omar Jayyam que muestre su corazón.
Volverás a casa con una fotografía de lo exótico y el retrato de un insecto.

Existir

El pasado es arena. Heracles no maldice a los dioses. Fueron duras las doce pruebas que le encomendó el Olimpo. Las sandalias temen el treceavo camino...
La sed del dolor es insaciable. Cada trago es un océano.

A Prometeo

Y aquella señal enviada desde el abismo era una prueba de tu locura. ¿Por qué volviste vestido con los harapos de la rosa? ¿Por qué te empeñaste en sobrevivir?
El óxido corroe los escudos de los vencedores. Alfombran las plumas del buitre el paseo del infinito saqueo. Y tú, Prometeo, ¿admites la derrota? Regresas con el virgo incólume de la diosa ¿y aún pretendes que calmemos nuestro odio? ¿Esa es tu propuesta, agradecer la paz del campo santo? ¿Deseas que admitamos nuestra culpa, arrebatándoles la gloria, condenándolos a la pasiva contemplación de nuestra desesperación?
Si fuéramos demonios tal vez claudicaría la piedad del cielo, tal vez nuestra vida hubiera sido diferente...

Enumerando la Odisea

Las rocas emergiendo de la playa.
El cielo vomitando su diluvio.
El negro suspendido oscuro sobre el verde.
Y Ulises maldiciendo a los compañeros que lo encadenaron al mástil,gritando su febril desconsuelo porque no puede acudir al encuentro de la bella sirena que le llama.

Biblios

El cazador y el arco en el lecho del ciervo, el campesino en el jardín de las Hespérides regando la semilla del manzano en el invernadero y Dios, ante la construcción de la ciudad, señalando en el plano del proyecto del templo el lugar donde debe ir el sarcófago en el que se refugia la serpiente.