Recordar es también apropiarse de las personas que has conocido. Es rescribir para ti y para los que estuvieron contigo un pasado que sólo en parte se parece a lo vivido. Es narrar desde la misma espita del corazón –nada menos–, algo para lo que se necesita mucha valentía y para lo que se debería ser radicalmente honesto. Fraile, en contra de lo común, lo es, y su sinceridad sin medias tintas es lo primero que se agradece. La verdad para él siempre ha sido prioritaria. Una verdad que va bastante más allá del convencional pacto de lectura establecido entre autor y lector.
Si la autobiografía nos da una imagen de la España de los años anteriores al golpe de estado contra la República, la posterior lucha, la posguerra y los primeros años del franquismo, las memorias subrayan el acento y la intimidad del narrador, máxime cuando es un escritor que rememora como si escribiera ficción, con cierta distancia de sí mismo, como si se viera personaje al que no siempre se tiene aprecio. Escritura del recuerdo de un excelente cuentista que posee su mirada dulce, su humor ante todo; su libertad, también y, como ya dijo de él Augusto Monterroso “un profundo conocimiento de los seres humanos de todos los días, de esos que encontramos en las narraciones como si uno fuera uno de ellos, viejo ideal que sólo los grandes creadores alcanzan”. Esa capacidad de indagación es tan importante en literatura como en la propia existencia, pero, sobre todo después de los ochenta años, se convierte en una sabiduría imprescindible para no perder ni un solo minuto en lo que desmerece: la estupidez en todas sus variantes.
La niñez es contada con brillantez mágica. En ella se posee el mundo, a pesar de tantos desprendimientos. Después vendrá el adolescente y su búsqueda, los conocimientos y el mundillo literario con sus nombres –muchos de ellas conocidos– que irán bordeando la historia. Medardo Fraile ha participado en nuestro pasado con su enorme mirada irónica y crítica y con su protagonismo despegado, en aquella época de Juventud Creadora (a pesar del terrible agujero franquista): Alfonso Sastre, José García Nieto, José Hierro, Carlos Edmundo de Ory, Aldecoa, Fernández Santos, Arte Nuevo, la revista Ágora, Gerardo Diego, Buero Vallejo, Celaya, Ángel González, Claudio Rodríguez, Martín Gaite… Su trabajo en Inglaterra y Escocia.
Experiencias que irá utilizando para sus obras literarias; obras que le han ubicado en el sitio de los grandes, paso a paso, desde la lejanía hasta este presente donde Fraile se encuentra, todavía tan vivo, hoy, con su presencia de sabio.
Editorial: Pre-Textos
Año: 2009