Luke

Luke nº 110 - Octubre 2009
ISSN: 1578-8644
Enrique Gutiérrez Ordorika

El final de la Historia (Continuaciones)

Lágrimas por el hijo

El unicornio al fondo del desfiladero. El velo de la dama en la punta de la lanza. Y tus rizos, Roldán, atrayendo las piedras que lanzan todos los enemigos.

¡Tu hijo, Emperador, tu hijo...!

No tiene palabras el mensajero. Carlomagno no las necesita. El caudillo de un ejército invencible no llora.

Los paladines de la cruz partieron con la bendición del obispo. Para ti, Roldán, también será un largo viaje. Pactarás un reencuentro en el infierno.

La batalla de la Salga

¿Te imaginas aquella batalla en la temporada de las naranjas...? Los disparos del arcabuz intentando parar a los toros salvajes y aquel vate, con un verso blanco entre los dedos, agonizando sin esperanza, sabedor de que el alarido y el miedo son los mensajeros del olvido que anuncia la despedida. ¿Te imaginas…? Sin viento. Sin molinos. Sin planicie. Sin mancha...

Una coartada para Galileo

Galileo renegó de la verdad por temor a los buenos oficios del verdugo que cobijaban las faldas del Papa y porque Dédalo, cuando lo visitó en sueños, le entregó el pergamino de las confesiones de Ícaro, en las que se narra:

“Cuando se terminó el azul, posé mis alas sobre la piel de Dios. Y al hurgar sobre la superficie, manó un manantial de ardiente líquido rojo. Somos insectos. Tristes liendres a las que el vuelo emparienta con la familia de los molestos mosquitos”.

El sabio anotó en los márgenes: “La oscuridad es la advertencia de la cercanía del manotazo de la divinidad que se defiende. La esperanza es el único pezón de algunos mamíferos”.

Bajo el gobierno de Morgan

–¿Sonríes, hermano de la Costa? Sonríes y acabas de oír la sentencia…

–Sonrío, señor letrado. Ha sido hermoso su discurso.

–¿No quieres agotar tu única esperanza? ¿No vas a solicitar clemencia a los jueces?

–Me divierte su ingenuidad. No conoce la piedad de los que visten esas togas. Antes de ejercer de alguaciles fueron bucaneros.

Mil novecientos veinticuatro

Desdoblado el equipaje debajo de la pata del insecto, Berlín, fue Berlín la ciudad que vomitó su tísico alarido en el sombrío lupanar... Asoma un amoratado tatuaje debajo de la falda donde tintinean tres monedas, dudando entre hundirse en el vaso de ginebra, financiar la estampación del sello o pagar el desahogo...

Max, Max, nadie reconoce tu misterio. Has oído la sentencia y delatarás a K. Él no envió la carta... Ulianov, tal vez por eso elegiste aquel año para morir... Nadie te comunicó que ordenó quemar la verdad que escondía en el escritorio...