Luke

Luke nº 110 - Octubre 2009
ISSN: 1578-8644
José Manuel Botana

Sumido

El caballero avanza con el perro en el brazo derecho; el perro, que viste una camiseta a cuadros Príncipe de Gales, se encuentra sumido en la más estúpida de las autocomplacencias cuando el caballero acerca la boca a su oreja y le pregunta: “¿Quieres que nos sentemos aquí?” El caballero otea el horizonte, se aproxima al banco, que afortunadamente está vacío: “Vamos a esperar que anochezca debajo de este árbol que tanto te gusta” Coloca al perro sobre sus rodillas, deja una bolsa a su izquierda y comienza a acariciarle la cabeza con mimo. Los paseantes del parque (escasos, por cierto) hacen algún que otro comentario en relación con la impecable parsimonia que muestra el animal sobre las rodillas de su amo.

Una chica llega tirando de un pastor alemán y se sienta en el banco de enfrente, cinco minutos después aparece dando botes un muchacho con zapatillas impolutas y chándal de tres rayitas, ella le recrimina la tardanza y él la besa sin hacerle mucho caso, por un momento repara en la perra que le olisquea frenética, la ignora y vuelve a ocuparse de su novia, esta vez con más efusión. Ella desliza la mano por debajo de la tela del chándal y agarra el paquete del chico, pero interrumpe su maniobra mirando de reojo al banco de enfrente.

–Cariño, nos miran.

Él se levanta ofuscado, estirándose el elástico del chándal para que no se le note el abultamiento de la entrepierna, mete las manos en los bolsillos del pantalón y se acerca a pedir explicaciones con la perra detrás, que le sigue moviéndose nerviosa.

–Oye, ¿qué haces?

–¡No te metas en líos, cariño! –grita ella.

–¿Qué miras? –insiste el chaval.

–Nada en especial.

–¿Es que no hay más bancos en el parque?

–Estaba aquí antes que vosotros –responde el caballero, sin ganas de discutir y sin dejar de acariciar la cabeza del perro.

–Pues te vas a otro banco y punto –dice el muchacho, que ahora mira extrañado la tela que cubre al animal.

–Eso no va a ser posible.

–¿Qué llevas en esa bolsa? –pregunta, mientras ella se levanta para ir dos bancos hacia la derecha sin dejar de llamar insistentemente primero al animal y después a su novio.

–Una pala.

–¿Una pala? ¿En esa bolsa tan pequeña? Tú no has visto una pala en tu vida.

El muchacho lo deja allí y se va al banco con su novia. El caballero tiene que estirar un poco el cuello, pero puede distinguir la mano de la chica introduciéndose de nuevo en el pantalón y la de él debajo de la minifalda. Ahora que están enfrascados se incorpora con la bolsa en una mano y el perro bajo el brazo, camina hasta el árbol que se encuentra justo detrás del banco, saca la pala de la bolsa, la arma y cava un hoyo, cuando termina recoge la bolsa del suelo y camina en dirección al banco donde está la pareja, pasa por delante de ellos, que parecen un cuadro cubista, ella besándole con los ojos muy abiertos y las manos escondidas. La chica, al verle pasar, se levanta y exclama contundente:

–¡Espere! Se le olvida el perro.

sumido

Obra: Sumido
Técnica: Composición fotográfica
Artista: Malena de Botana

José Manuel Botana
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Malena de Botana