Luke

Luke nº 111 - Noviembre 2009
ISSN: 1578-8644
Enrique Gutiérrez Ordorika

Tirando los dados

antes de detenerse
en algún punto último que lo consagra
Todo Pensamiento emite un Tirar de Dados

Stephane Mallarme

Grünnland
Un desesperado la dio nombre, con un pie sobre el dragón y otro sobre la tierra firme; huyendo de la tempestad, pisando la cenefa de hierba; con los dioses tejiendo la venganza, y los hielos ocultando sus testas blancas en la corona de la infinita esperanza que adornaba el perímetro del abismo.

Espermacetis
Te ungiré las sienes con el bálsamo de ámbar gris, para que soportes la duermevela del húmedo insomnio, para que oren su efímera penitencia los jadeos que provoca el peregrino del turbante, para que la espuma endulce el flujo sanguíneo que se traga la mar de fondo… Reza el responso en el que se mentan los náufragos. Aparta esas gotas de sal de tus mejillas. El dolor que derriba la puerta proviene del arpón que hace crujir la maroma que tensa la proa del cansado ballenero. Se hunde en las entrañas del cachalote a la caza del espermaceti que aviva la lumbre que abriga el bostezo del alba.

Testimonio
En penumbra, a lomos del jadeo, el pretendiente acaricia las crines del caballo. El relincho habla con el viento. Le pondrás brida y seguirá las costumbres domésticas: agonizará como el rugido del huracán encerrado en el vacío de un frasco.

Meta f ora
El tren y la nube pendida del cielo. Las babas del caracol engrasando el horizonte. Y nosotros envejeciendo en la ventana.

Centenario
Longitud rectilínea de la vejez, flores crueles del aniversario, cada renglón es una arruga densa, como las domesticadas pasiones; rutinaria agonía, sin granos de arena en el reloj, envidiosa de lo salvaje.

Imprecación
Desempolvaré el ídolo que guardé en el armario, llenando de cirios la alfombra del pasillo para orar en la habitación del templo por las que fueron mis antiguas creencias: el árbol sin sombra, el hijo sin alas, el libro que aún no he publicado. Reencarnado en la ilusión, tallaré el ronquido de una maldición y te la escupiré en la cara. ¿Te ofende que reniegue de mi culpa? Lástima que el dolor del insulto sea la última palabra del condenado. Lástima que la compasión sea una blasfemia.

Observación
El asno hunde el hocico en la hierba mientras el topo cruza el pasadizo y tú, sí, tú, de espaldas al sol, como recostada efigie, observas la fuga de la mampara a la que le falta un crepúsculo para ser ceniza de un pensamiento ardiente.

Biografía
Rasgas el sello que encierra la autobiografía palpando las óseas protuberancias del esqueleto; y las palabras que salen a buscarte son tan tristes, tan tristes, que desearías que el autor volviese a mentir al público que paga por contemplar la falsa belleza del retrato.

Pensamiento
No añoro la pereza ni la vitalidad. Me acuerdo de lo que fue. Y sin juzgarlo, me doy cuenta de que lo he perdido.