Luke

Luke nº 106 - Mayo 2009
ISSN: 1578-8644
Sergio Sánchez-Pando

Zarzalejo Blues. The perro sessions

La brecha abierta por Internet en el consumo de productos discográficos –¿es posible concebir desde la perspectiva de la demanda un sistema más eficiente y democrático que los programas de intercambio de archivos?, ¿qué intereses, al margen de la férrea protección de su porción del pastel por parte de las casas discográficas, obstaculizan su consolidación previo pago de una tarifa por parte del consumidor?– facilita al aficionado el acceso a obras que hasta ahora le estaban vedadas a través de los medios convencionales: rarezas, discos descatalogados o simplemente nunca comercializados. A esta última categoría pertenecen las "PERRO Sessions", unas sesiones de estudio grabadas en torno a 1971 por los mejores músicos de la bahía de San Francisco. Hablamos del crepúsculo de la era hippy de la mano de algunos de los miembros más emblemáticos de bandas como Grateful Dead, Jefferson Airplane, Quicksilver Messenger Service, con la adición de David Crosby –feliz en el papel de aglutinador, de amalgama de talentos, lo bastante sensible como para no abusar de su protagonismo– y Graham Nash.

Sería la creación por parte de Wally Heider de unos estudios de grabación en la ciudad californiana la que facilitaría el encuentro de los músicos para dar rienda suelta a su creatividad en un ambiente distendido, libre de las presiones y las exigencias de los sellos discográficos para los que grababan habitualmente. Aquellas sesiones (PERRO es el acrónimo de Planet Earth Rock & Roll Orchestra, el pomposo nombre con el que se autobautizaría tan heterogéneo combo musical) servirían como laboratorio de ideas, muchas de las cuales acabarían cristalizando en diversos proyectos en solitario por parte de los mismos artistas. En ellas coexisten elaboradas jam sessions de base guitarrera, esbozos de melodías, armonías vocales, canciones a medio vestir, tomas alternativas, algún que otro arranque fallido, sonidos improvisados o en construcción, pero también un número suficiente de joyas bien pulidas que en nada tienen que envidiar a otras editadas por los mismos artistas: "Wall Song" (en una versión incluso superior a la aparecida en el primer álbum de Crosby & Nash gracias a la contribución de Jerry Garcia con la guitarra eléctrica), "Epp Hour" (instrumental acústico cuya fragilidad aparente es todo un alarde de compenetración) o la cáustica "Under Anesthesia". Escuchándolas se puede sentir la dulce brisa del Pacífico filtrándose por las ventanas del estudio o, según la dirección del viento, el aire recio de las montañas de California (apoteósica la versión de nueve minutos –se incluyen tres versiones adicionales de menor duración– de "Mountain Song", sustentada en la reiteración de una única frase: "De las montañas haré mi hogar"), cuya traducción en sonidos es una cabalgada entre lo acústico y lo eléctrico.

Pero lo que hace de las PERRO Sessions un documento sonoro distinto es el relajado espíritu de camaradería que se respira en ellas, el que transmiten sus protagonistas durante su convivencia en el estudio de grabación, plasmado con nitidez, y la fluidez con que se traslada a su música. El resultado es un rico collage de sonidos, de efluvios, de formatos, de un tiempo y lugar muy a tono con la estación del año en que nos encontramos y –¿por qué no?– con ese influjo más amable que en tiempos muy recientes parece llegarnos desde el otro lado del Atlántico.

The P.E.R.R.O. Sessions