Luke

Luke nº 106 - Mayo 2009
ISSN: 1578-8644
Enrique Gutiérrez Ordorika

Remembranzas

En mis tiempos mozos, en los tiempos en que se forjaron
mis hábitos y mi carácter, eran harto familiares los largos silencios

Joseph Conrad

1937

Esta historia es estrictamente cierta. Cierta, como que existe un lugar donde se queja el musgo en las faldas del Lekanda. Lo literario sería decir que fue escrita por el rocío, pero era tarde de san Juan y lo derritieron las brasas.

Mari llamó a Antón para recoger las redes, pero no estaba. Era Lekeitio... 1937... Derecha, izquierda... Se me cuela Maiakovski. Es su voz de trueno. Batallón Haritza tirando con piedras a un cóndor disfrazado de Luftwaffe. Tarde de san Juan, el dolor expandiendo ascuas entre los árboles. Y Ahmed, nacido en Fez, con la cara reflejada en un pozo. Batallón moro de regulares, alfombras de mezquitas ajedrezadas en el Sáhara...

Dos hombres, cara a cara, citados por la muerte, añorando el mar azul y el desierto pardo. Territorios encantados donde el destino juega borrando rastros que no existen. ¿Cómo verificar lo imposible?

Al futuro, juez olvidadizo, puedo presentar tres testigos que expliquen estas palabras:

  • El escritor, no muy fiable, miente tanto...
  • El monigote, condensado en la ceniza...
  • Y el coloso de piedra, inmutable en su silencio...

Escucho a Mikel Laboa: Arrano Beltza... Con dos gritos melodiosos que sumo a un cuadro titulado Gernika.

Milagros Morán

¡Milagros! Añoro las cosas imposibles. Nunca soñé con un unicornio en tierra de autrigones. Desvarío tanto... Presto demasiada atención a las fantasías y los sueños.

¡Milagros! Es una exclamación extraña para andar por los pasillos, y a la escarcha le gusta bañarse en el trigo verde. El horizonte de sábanas blancas y el corazón en el réquiem del horno; sin noticias, sin noticias...

Detrás del Hindu Khus, un nombre de amo de los cielos para el dedo en la tecla del piano... Y suena... Milagros Morán, mi abuela.

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