Luke

Luke nº 108 - Julio-Agosto 2009
ISSN: 1578-8644
Ricardo Triviño Sánchez

COMIC: 27.º Salón de Barcelona

El primer día de este mes, el vigésimo séptimo Salón del Cómic de Barcelona cerró sus puertas igualando el índice de asistencia de la edición anterior, cien mil personas y consolidándose como convención de referencia en España dedicada a la historieta.

Después de muchos años de no asistir, mi devoción por Scott McCloud me hizo volver. La Fira de Barcelona, su actual emplazamiento, no tiene ni punto de comparación con la Estación de Francia. Eran las cinco de la tarde del sábado, los dibujantes calentaban manos para empezar a estampar sus firmas… ¡y se podía caminar! Las exposiciones estaban muy bien, sobresaliente por ingeniosa y divertida la de Carlos Areces, donde se mezclaba en viñetas películas de lo más dispares, ofreciendo engendros tales como "Todo sobre mi Matrix" o "El Padrino, pan y vino". Cabe destacar la dedicada al personaje de Purita Campos con el nombre de Esther y sus mundos, que ha sido recogida en un álbum homónimo.

No soy devoto de Las aventuras de Esther, pero hay que reconocer que las ventas que ha conseguido Glénat con ella han hecho a las editoriales españolas repasar sus apuestas por autores autóctonos, más allá de Mortadelos y Filemones. Se podía encontrar en las mesas el Endurance de Luis Bustos, Bacterias de Calo, Burbujas de Daniel Torres, El viaje de Darwin de José Fonollosa o Vaquero de Jordi Pastor. Igualmente, los ya conocidos veían también su obra publicada: Kim (Martínez el Facha), bajo guión de Antonio Altarriba, con El arte de volar; José Oliver y Bartolo Torres con el segundo volumen de El joven Lovecraft; Hernán Migoya con los guiones de Olimpita, dibujada por Joan Marín, y de la nueva edición de Kung fu Kiyo, dibujada por Man; o los flamantes premiados Miguel Gallardo (Premio nacional de cómic de Catalunya 2008) y Paco Roca (Premio nacional de cómic de España 2008) con su diario conjunto de viaje Emotional World Tour. No hay que descartar tampoco el fuerte empuje que Esther ha dado a la nostalgia como valor comercial en auge. Aquí y allá se veían reeditados (o editados por primera vez, pero conocidos por series clásicas de la televisión) Yawara! Cinturó negre, Kimagure Orange Road, Mazinger Z, Eric Castel, Capitán Trueno, El corsario de Hierro o El Jabato.

Había, igualmente, muchas obras extranjeras que provocaban el deseo: las acuarelas de Gipi en Mi vida mal dibujada, o el impresionante recopilatorio de las portadas que el fantástico Jim Fern ha dibujado para la serie de Fábulas de Bill Willingham, o las ediciones integrales del Peter Pan de Loisel y de los Pasajeros del viento de Bourgeon. Aterrizó el tan esperadísimo como inesperado (después de ocho años, quién iba a creer que iban a continuarlo) retorno de John Difool con Final Incal, una nueva versión de Después del Incal, esta vez no a manos de Moebius sino con el arte del mexicano José Ladrönn. Regresó también, después de su volátil paso por España con su Gemma Bovery a cargo de la editorial Destino, Posy Simmonds con su exquisita Tamara Drewe, relectura de la novela Far from the madding crowd de Thomas Ardí galardonada con el Premio Esencial Angoulême 2009 y el Gran Premio de la Crítica ACBD 2009 y nominada a los Premios Eisner 2009. Y, alegría, otro volumen de Novelty Acme Library para los seguidores incondicionales de Chris Ware: uno puede pasarse horas leyendo y releyendo esos mandalas en los que ha elevado y densificado el arte de componer cómics.

En mitad de este panorama, una conferencia de Scott McCloud, quien se apoya en los clásicos, nunca se olvida del presente y no deja de mirar hacia el futuro. Expuso con claridad y brevedad una síntesis espléndida de sus obras teóricas más conocidas, Entender el cómic y Hacer cómics (Astiberri), resumidas en apenas media hora. No descuidó reservar un lugar especial para su malograda La revolución de los cómics (Norma), estudio que tuvo menos éxito pero en el que hace una defensa fervientemente del potencial del cómic en la red (webcómics), potencial que muestra con creces en su página personal. Tuvo tiempo de relatar el periplo que había llevado a cabo con su familia a lo largo de los Estados Unidos explicando el valor del "arte secuencial" e, incluso, fue capaz de relatar cómo entró en el mundo de los tebeos gracias a sus amigos de vecindario Kurt Busiek, Chris Bing y Ted y Brian Dewan (¡menudos colegas!). Dejó, incluso, un espacio para hacer preguntas, la mayoría de las cuales giraron en torno al futuro del cómic en Internet y que fueron respondidas a conciencia. Todo encapsulado en unos deliciosos noventa minutos, una clase después de la cual el bueno de McCloud se marchó diligente directo a su stand para firmar devotamente ejemplares de Zot! (Astiberri), una serie primeriza muy alejada de la calidad a la que nos ha acostumbrado.

Junto a la fila de Scott, uno podía ver cómo se agolpaba la gente para las rúbricas de Mignola, Gipi o Bourgeon. En las paradas de fanzines (Adobo, Rantifuso, Ojo de pez, Nimbus) los autores llamaban al público para que comprara su revista, esperando tal vez un futuro recopilatorio tan grande (literal y figuradamente) como el de Enfermo, editado por Astiberri. Los mostradores seguían inundados de merchandising japonés de todo tipo, desde pai-pais con dibujos de cacas de la Arale de Toriyama hasta llaveros de Rock Lee. Al fondo, como siempre, una cola que espera el dibujo personalizado de un inagotable Ibáñez. Sinceramente, dan ganas de volver.

Salón del Cómic de Barcelona