Luke

Luke nº 105 - Abril 2009
ISSN: 1578-8644
Enrique Gutiérrez Ordorika

Golpes de suerte

Sólo el número y el orden me corresponde.
Los puntos son afilados como la punta de un cuchillo.
Para leer...
Hay que ver...

anverso

El número cinco

Coso los puntos de una tos crónica... El cinco extiende los brazos para abrazar la mala suerte. Sobre el tapete, Mallarmé rima los dedos de una mano con la felicidad. Con la otra, agita el aire, saludando a Rimbaud cuando se despide...

Françesca ya no manda postales de mayo... La noche pliega la risa del etíope que se tragaron las dunas. La noche apaga las luces del árbol. La noche oculta las alas del ángel caído que desciende en copo de nieve. El diablo traduce la pantomima...

El Golem... El Golem guiña un ojo bajo la arcada del puente... Edith, "La tierra que No es" murmura todavía... Orfeo vela sobre su estela funeraria. El gigante bobo sonríe. Luce sin miedo el atuendo del sol que brilla sobre la frente de un Holan que no sale de casa...

Cinco, cinco púas cabecean en la estrella efímera...

Cinco meses y cuatro días antes de que se inicie la cuenta atrás y abril, siempre abril, fotografíe la cara oculta de los dados que Dios trucó con plúmbeo contrapeso...

reverso

La pata de palo

Buscaba un Génesis donde ubicar la fantasía e imaginé a Adán llenando un cesto con manzanas del árbol prohibido. Quería ubicar ese paraíso en un mapa y, dándole carta de latitud, concretarlo. El dedo se paró en las costas de Malabar. Recordé haber leído en algún sitio que de aquel lugar escaparon unos hombres en un esbelto navío lleno de perdición, llamado Cassandra. Los aullidos de su tripulación hacen de coro en las galernas al holandés errante. Lo relato de oído porque Pew, el viejo botarate, perdió los ojos con el cañonazo que barrió la cubierta del Walrus. Él sólo desveló al contador de cuentos la parte benigna de la historia... Flint era el espectro y Jim Hawkins los ojos que quieren aprender el mundo. El verdadero secreto permanece en el interior de un barril pudriéndose. No sé por qué Hermann Melville calló que las desgracias de los marineros del adusto ballenero Jeroboam comenzaron cuando el grumete mordió un fruto del mismo árbol. No sé por qué mintió sobre la ballena blanca si, como Job, fue el único que escapó para contarlo. ¿Por qué le creímos? No debimos profesar fe tan injusta... Jonás, el escupido, afirma que el Leviatán aún vive... Habrá que rastrear de nuevo el océano... Así que, hasta no recibir la marca negra, ahoga las penas dejando que se encrespe el mar y el crepúsculo bostece escarlata sobre los fríos de la tarde. Tal vez los sufrimientos del alma sean pasajeros, tal vez tu nuevo navío tenga nombre de mujer turgente, o tal vez, vaciada la botella de ron en el Almirante Benbow, tu consuelo se halle en que todas las pérdidas valgan por una sola pierna, y al mirarte al espejo resulte que, como yo, eres John Silver "El Largo".