Luke nº99 Septiembre 2008

Richard Avedon, siempre el retrato

"Cuando veo mis fotografías en un museo…parecen como si tuvieran muy poco que ver conmigo. Poseen vida propia. Tal como los actores en Pirandello, o en la película de Woody Allen "La Rosa Púrpura de El Cairo", en la que los actores salen de la pantalla y se unen a los espectadores. Mis fotografías se enfrentan con quienes las miran y yo - que soy el fotógrafo - me he convertido en un espectador más. Las imágenes salen a tu encuentro o a repelerte a partir de la maravilla y el terror que es la fotografía"
Richard Avedon

La aparición de la fotografía a partir de 1839, trajo consigo el derrumbamiento de antiguas barreras filosóficas y estéticas y la creación de nuevas fronteras en campos tan diversos como la ciencia, la comunicación y el arte. Se puede afirmar que con el advenimiento de la fotografía las sociedades modernas empiezan a experimentar una verdadera revolución estética. Simultáneamente se produce un reajuste, una nueva actitud acorde con los avances de la modernidad, evidenciada en la manera como el individuo se deja influenciar por lo que mira retratado en el nuevo arte. La imagen fotográfica se torna una extensión del infinito espejo, donde asistimos atónitos a los variantes reflejos del mundo. El ser humano ve reproducida su cotidianidad y la acumulación de su legado histórico-visual a partir del accionar de la cámara. La pintura y la literatura fueron los medios indiscutibles con los cuales el género humano describía, escribía e inscribía sus memorias hasta la aparición de la fotografía. Estos dos vehículos mediáticos empezaron a vivir cambios fundamentales en su estructura narrativa y en su apreciación por parte del lector-espectador desde entonces. La fotografía hizo posible que un grupo reducido de hombres y mujeres, originariamente mezcla de científicos y estetas, fueran muy pronto reemplazados por verdaderos ejércitos de gentes del común cuya función, al margen de cualquiera otra actividad, fue la de poblar la tierra de imágenes. Muchos de ellos interpretaron el mundo con una implacable visión de artistas. Richard Avedon, fotógrafo neoyorquino ha hecho lo propio durante una carrera que abarcó medio siglo. Nos mostró otras facetas del mundo en sus retratos donde no se encuentra ni la complacencia ni aquella sonrisa tan fácil de hallar en los álbumes de familia. Su legado artístico, su testamento fotográfico, es la abundante mezcla de imágenes que hablan de la vida contemporánea a partir de su trabajo de modas y su trayectoria como importante retratista. Es inevitable hablar de la fotografía de modas porque fue allí donde el fotógrafo adquirió un éxito notorio. Más importante aún es su trabajo artístico ahora parte de las colecciones permanentes en los más influyentes museos del mundo.

"Desde siempre ha existido esa separación entre mi trabajo de modas y lo que yo llamo mi trabajo más profundo. La moda es donde yo me gano el pan. No lo estoy menospreciando, es placentero ganarse la vida de esa forma…pero existe asimismo el profundo placer de trabajar mis retratos. Pienso que no es tan importante lo que uno considera ser, pero yo me considero un fotógrafo retratista…"

Avedon ha sublimado el retrato, decantado sería un término apropiado, a su más mínima expresión. Hablo aquí de la expresión esencial: la cara, el rostro humano, esa confabulación de emociones que viven a flor de piel o yacen subcutáneas a la espera de la chispa que habrá de explotar en conflagración. Su estilo es el del artista que resume el mundo en lo que crea y manifiesta desde los confines de su cueva creativa. Su estudio es el refugio donde se alberga otro universo. Es probable que su arte sea una extensión del ya lejano Nadar, quien hizo en París lo que Avedon habría de rehacer un siglo más tarde en Nueva York o Texas. Existe la calle, también, pero ese entorno exterior sirve tan sólo como fondo para ser fotografiado y de paso se convierte en otro estudio del artista. Sus retratos viven en la austera fachada de quienes fueron sus sujetos. Y de paso contribuyen a recrear para la posteridad un gran retablo multifacético, indescifrable amalgama en que la sociedad norteamericana se ve reflejada en sus políticos, sus artistas, sus personajes rebeldes, sus mandatarios al desnudo, sus vagos sin hogar encontrados al garete a la vera del camino y, antes que se nos olvide, en las glamorosas galerías donde las delgadísimas modelos desfilan para siempre posando envueltas en sus ropajes imposibles.

*Richard Avedon, New York City, 1923 - San Antonio, Texas, Oct 1-2004

-Fotografías:
Retrato tríptico del artista, Louisiana Museum of Modern Art 2007
Richard Avedon Portraits, The Metropolitan Museum of Art, NYC
Richard Avedon, In The American West – Thames & Hudson

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Lalo Borja

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Fotos: Richard Avedon

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