Luke nº96 Mayo 2008

Magnolio o abedul

Una calle debe tener una esquina con su bar, y una pizzería con su toldo, y un vendedor de cupones con sus gafas negras, y un músico itinerante de patas largas, y una heladería, y un estanco, y una ferretería, y una hilera de castaños que por primavera se les ponga la cabeza redonda llena de flores blancas en forma de zarcillos o de endibia, y un perro meando, y una fuente pequeña, redonda, clásica, con diosas.

Yo no concibo esta calle dura y rapada; esta calle sin niños cargantes, ni abuelos con la vida hirviéndole debajo de la boina, ni señoras con dos bolsas de plástico, ni un gato desconfiado debajo de un coche, ni portales con portera, ni patios, ni azoteas, ni una parada de autobús con una papelera desfondada. De cuando en cuando pasa por aquí una dama de alcurnia taconeando o algún quinceañero recién duchado que viene del polideportivo con piscina cubierta. El resto de la tropa pasa en coche y se los tragan los garajes.

Mi calle es de acero y hormigón. Si las cuentas, hay cuarenta y cinco farolas diseñadas como para jugar a tiro al plato. Hay edificios sobrios, edificios emblemáticos y edificios inteligentes. Hay un edificio todo de cristal. Hay hábitats laborales y escenarios familiares. Ni un nido.

Aquí estoy. Nadie viene a olerme. Nadie me echa su aliento, ni su lágrima, ni su papel de chicle, ni su parrafada, ni su pis. No escucho el bullicio, ni el runrún, ni el canto del músico melancólico, ni el chorrito de la fuente a la hora de la siesta. Para esto es preferible vivir en Escandinavia.

El concejal de urbanismo firmó el proyecto urbanístico en su fase terminal: perseguimos la funcionalidad, la sobriedad, la modernidad... conjunto armonioso... equilibrio de formas y materiales... líneas definidas... espacios diáfanos... un referente natural: magnolio o abedul con seto recortado de boj.

Así es. Sin más. Por exigencias estéticas, en esta calle mía tan seca tan sólo vive un árbol: yo.

Opinión

Ángela Mallén

bosque

Mi calle es de acero y hormigón. Si las cuentas, hay cuarenta y cinco farolas diseñadas como para jugar a tiro al plato. Hay edificios sobrios, edificios emblemáticos y edificios inteligentes. Hay un edificio todo de cristal. Hay hábitats laborales y escenarios familiares. Ni un nido (...)