Luke nº94 Marzo 2008

Poemas

BILUZI. (DESNUDO)

El cuerpo se me disuelve
lento y solitario
como el efecto nana-leche-caliente
de los comprimidos mágicos.

Todo pertenece a una ficción informe.

Mi ansiedad se queda colgando de ti
como una marioneta sin piloto
mientras caigo desplomándome
como un vestido de noche.

Plegándome alternativamente
sobre mí mismo, agrupando
huesos, carne y oscuridad
en torno a mis pies.


TUS OJOS.

Me gusta saber que tus bragas se deslizan dócilmente
a través de tus piernas y pienso en Cristo sudando y llorando casi exhausto
y también se me hace la boca agua cuando me aproximo a ti
y tu sueles quitarte las bragas como si te molestaran,
pero en silencio, casi a escondidas,
como si fueran el lazo que amarra tu sexo al mundo real,
y las escondes bajo la cama.

Es lo mismo, aún así, despojadas de contenido, informes, débiles
a merced de cualquier perro abandonado
también resultan hermosas, derrotadas convalecientes
despojadas de todo el sentido de estar entre tus piernas,
ahora desnudas y dispuestas
sobre mi cama,
sobre la superficie curvada y cruel de un planeta triste
equivocado e insustituible.

La última vez llevabas aquel jersey que parecía un vestido
y volviste a temblar entre mis manos
y dancé caricias violentas y ciegas
buscando tu escondida profundidad.
Y me relamí las pezuñas después, los labios,
los codos, mi sexo y el tuyo, de nuevo.

Escuché llorar a Hansel y a Gretel
y pensé que después de tantos años
seguían siendo unos gilipollas
y escuché tus gemidos que tantas veces olvidé
entre fuga y fuga,
y volví a imaginar tus pechos sobre mi cara
y cuando desperté estaba ahí sobre mis versos de este papel

y nada de eso me importó
ye pude ver en ti mi reflejo
en la superficie nebulosa de tus ojos
justo cuando estallaron nuestros cuerpo heridos
al mismo tiempo
en medio de un temblor hacia dentro.

Tus ojos,
allí es donde se ocultaban todas tus mariposas.

Tú eres sexo
y todo mientras intento calcular
cuánto tiempo
éste sortilegio de Campanilla
con sus polvillos brillantes robándome el aire
va a durar,
cuándo el sudor brillante de Atenea
va a tardar en evaporar los besos a media lengua
que tu piel requiere
para sentirse de verdad viva.

Tu eres sexo
lo demás son meras estratagemas onanistas
entre dos o más, ya ves
lo demás son excusas para no disparar
a bocajarro
éste olímpico esperma impoluto
que por ti destilé con cada lágrima de sudor
desperdiciada en otros lances.


NUEVO PERPETUO INGRÁVIDO

Las recuerdo,
todas aquellas mañanas aguardando
tras el primer golpe de persiana
impacientes, virginales, luminosas
nuevas y radiantes
como la carcasa recién desprecintada
de un compact disk.

El invierno conserva mejor cuanto acontece
también las sonrisas
la salmuera y el formol.
Bajo el edredón
las mañanas
se hacían infinitas.

Recuerdo M ciudad cubierta del frío
de aquellas tardes
el vigor de un sol derrocado
la temprana oscuridad
herida por las luces sintéticas
marcando las calles.

Los silencios traicionados de domingo
el vaho perpetuo descolgándose ingrávido
por aquellos labios
rasgados
tuyos y míos
por M tratando de encontrarse.

Recuerdo tus quehaceres
y mi ociosidad de manos en bolsillos rotos
y todos aquellos versos malos
idiotas por amor
que también el invierno
conservó algún tiempo.

Qué habilidad de las cosas muertas
por retener la historia que uno no olvida
con la sonrisa, gracias a dios
de un vaho nuevo, perpetuo, ingrávido.

Se refleja en todas las cosas y de ellas saca el color.

Un color único y real porque de cada objeto tiene
una sola fantasía que arrebatar, y después se larga.
Como el silencio, despacito y sin prisas.
Se larga y abandona de colorido todo cuanto toca,
y va de bote en bote como la vida.
De tugurio en tugurio, uniendo tascas y amores,
bebiéndose a trompicones los besos de barra,
los poemas no de amor que se escriben en las paredes de los servicios.

Y cuando se sumerge en el abismo entro yo.

Yo que no soy, que mis colores existen sólo
en los cuadernos de los niños. En los borrones que tachan las declaraciones que hicimos con catorce años
a la compañera más popular del patio de recreo.
Aquellas niñas que al crecer se convirtieron
en las amas de casa menos importantes del planeta.
Solitarias y frágiles como las sombras que mi cuerpo pisa.

Todos los colores y la ausencia de ellos. Ella y yo, en comunión,
frente a una existencia que nos coloca en prismas y nos descompone
como si fuéramos organismos con vida de otras galaxias.

Nos estudian porque no es posible.
Nos clasifican en blancos y negros:
Tú que contienes todos los colores
y yo que me los bebí ya hace algún tiempo.

Cuando amanezca nos fugaremos, tú rebotando
de superficie en superficie, de color en color porque son tuyos,
y yo devorando los de los demás como un agujero negro
en una tienda de golosinas.

Creación

Lucas Rodríguez

A donde van lospatos