Luke nº94 Marzo 2008

COMIC: Sin escudo

La muerte del Capitán América: El hijo caído.
Guión: Brubaker, Bendis y Jeph Loeb.
Dibujo: Epting, Alex Maleev, Leinil Yu, Ed McGuiness, John Romita Jr, David Finch y John Cassaday.
Ed. Panini.

El Capitán América ha muerto. Fue el 7 de marzo de 2007, tiroteado a las puertas de un juzgado. Y esta vez parece que definitivamente se ha ido. Porque como muchas aficionados han comprobado a lo largo de los años, las resurrecciones en los universos Marcel y DC son recurrentes golpes de efecto para revitalizar la carrera de héroes en horas bajas. Esta importante pérdida se sitúa al final de la anunciadísima y ya concluida saga de Civil War, permitiendo un marco de interpretación mucho más interesante que el puramente dramático.

La trama de este crossover cismático empieza en 2006, cuando una explosión terrible producida por un enfrentamiento entre superhéroes y villanos mata a seiscientos civiles, entre los que se encuentran los niños de una escuela cercana. La catástrofe es retransmitida por televisión y la opinión pública, aterrorizada, se torna en contra de todo aquél que posea poderes. El gobierno toma medidas y crea la SHRA, o ley de Registro Superheroico, que obliga a todos los individuos con habilidades sobrehumanas a revelar su identidad secreta a las fuerzas del Estado. Iron Man (el Hombre de Hierro) participa en su creación y, posteriormente, lidera la campaña a favor. Sin embargo, el Capitán América se opone radicalmente, pues considera que la ley va en contra de las libertades civiles, base de la América por la que ha combatido toda su vida. Se crearán así dos bandos antagónicos entre los pro-registro y los contrarios al mismo, cuya rivalidad crecerá hasta el extremo de desembocar en una cruenta guerra civil.

Capitán América

La SHRA, en realidad, es el reverso ficticio de la USA Patriot Act (Uniting and Strengthening America by Providing Appropriate Tools Required to Intercept and Obstruct Terrorism Act), que fue aceptada por el Congreso y el Senado de los EE.UU. en octubre de 2001 a raíz de los atentados del 11-S. La ley expande la autoridad de las fuerzas del Estado a la hora de revisar la información privada de los individuos (desde correos electrónicos a archivos médicos y financieros), dando incluso manga ancha al registro de domicilios sin necesidad de una orden judicial, en aras de facilitar la lucha contra el terrorismo. Se hace especial hincapié en la adquisición de aquellos datos relacionados con ciudadanos extranjeros sospechosos, incluyéndose facilidades para su deportación o detención, perdurable durante el tiempo que las autoridades consideren necesario. Muchas de las cláusulas fueron abolidas en diciembre de 2005, llegándose a un nuevo proyecto de ley consensuado entre los dos partidos principales y firmado, finalmente, en marzo de 2006 por el presidente Bush, pese a las críticas de diferentes sectores debido a la amenaza que supone a los derechos civiles.

Le han achacado a Mark Millar, autor de la saga además de otros títulos como The ultimates o The authority, la parcialidad de la trama, pues parece congeniar más con el grupo insurrecto que con los partidarios del registro. El historietista escocés ha salido del paso alegando que los jóvenes leerán los cómics como una aventura más. Sin embargo, la alegoría de la situación del país regente del mundo no deja de resultar interesante pese a lo manidas que resulten estas sagas que se anuncian como devastadoramente radicales y que simplemente añaden un ladrillo más a la pared de siempre. La presunta muerte de Steve Rogers podría ser la metáfora de la desaparición de los ideales que en su día sustentaron la imagen de América y sus superhéroes. Siendo incapaz de seguir vistiendo la bandera de las barras y estrellas, un nuevo personaje deberá tomar el testigo, ¿pero cómo?

Capitán América

Steve Grant Rogers (creado por Jack Kirby y Joe Simon) era un estudiante de Bellas Artes de orígenes humildes que decidió alistarse en el ejército norteamericano tras conocer las atrocidades del ejército nazi. Era un hombre de ideales claros, con una fe sincera en el propósito de los padres fundadores de su nación. Esta actitud ingenua le reportó más de un choque emocional a medida que fue descubriendo durante su larga carrera como combatiente de la justicia que las tripas de su impoluto gobierno también apestaban a corrupción. Y parece que acabó resultándole imposible seguir a contracorriente. Su pérdida, anuncian, influirá en todo el universo marveliano, y así quieren mostrarlo con las historias elegíacas de Spiderman, Lobezno, Iron Man o los Vengadores que reúne el volumen El hijo caído (Panini Cómics). Con su desaparición cae el que fuera icono para muchos de la integridad de los valores heroicos y patrióticos del país más poderoso de la Tierra. ¿Puede que su sustituto sea un personaje mucho más cínico y que su postura ante el poder sea más reacia? ¿Cuáles serán los valores del nuevo Capitán?

Es más que seguro que este ejercicio de marketing defraude en el futuro a los aficionados que buscan un cambio más audaz en el camino de las grandes compañías y que el nuevo Capitán no se diferencie en mucho del primero. De momento, se le puede hacer una pequeña concesión para reflexionar sobre esta nueva situación de los salvadores enmascarados, más desnudos, frágiles y perdidos, más semejantes a nosotros, incapaces ahora de decidir el ritmo de los acontecimientos como lo hicieran antaño, viéndose incluso desbordados y arrastrados por los mismos. Se ha lanzado el escudo indestructible por última vez, y parece que esta vez no va a volver a nuestras manos.