Luke nº97 Junio 2008

Bestiario

En 1960 apareció en los Estados Unidos Green Eggs and Ham, un cuento con ilustraciones escrito por Theodor Seuss, más conocido como Dr. Seuss. Desde su aparición no ha dejado de venderse; es el cuarto libro infantil más vendido de la historia. A pesar de estar pensado para la iniciación en la lectura, es decir, para lectores de entre cuatro y seis años aproximadamente (aunque muchos padres se lo leen a sus hijos mucho antes), el texto ejerce en cualquier lector que se asome a sus pocas páginas una fascinación inevitable. Hay dos personajes: Sam I am (Sam soy yo) y un amigo suyo del que no se dice el nombre. La trama consiste en que Sam I am intenta que su amigo pruebe unos huevos con jamón de color verde. Su amigo se muestra todo el tiempo malhumorado y no quiere probar esos huevos tan raros, pero Sam insiste tanto que al final, por no escucharlo más, su amigo prueba la comida. Y le gusta. El tema principal es la resistencia a las cosas nuevas y al cambio, y cómo el hecho de vencer esa resistencia nos hace vivir de un modo más apasionado y auténtico. Gran parte de la fuerza de la obra está en el reto formal en el que Seuss se basó para crearla. Corre el rumor de que Bennett Cerf, su editor, se apostó con él 50 dólares a que no era capaz de escribir el libro sin usar más de 50 palabras. Seuss no solo escribió el libro con esa limitación, sino que intentó usar únicamente monosílabos. Fue destilando la historia hasta lograr un texto de 49 palabras monosilábicas y una (“anywhere”) de tres sílabas. Por si la dificultad fuera poca, escribió todo el libro en versos de cuatro pies, alternando el patrón yámbico y el trocaico.

Para un niño que haya tenido ese libro entre sus primeras lecturas no habrá, en el fondo de su subconsciente, ninguna diferencia entre “huevos verdes” y “literatura”. La literatura es ese sitio donde existen los huevos verdes. Más: es donde los huevos verdes adoptan un carácter no solo de cosa existente, sino de realidad que se nos impone, de única realidad posible. Durante la lectura los huevos verdes son lo único que hay en este mundo. Toman el relieve de un objeto cotidiano ante tus ojos. Deshacen los límites entre el afuera y el adentro del libro. En definitiva, el texto de Seuss guía al niño hacia un acto creativo fundacional. Además está el componente formal, ese viaje al elemento mínimo del lenguaje, el simple golpe de voz que se repite, el martillo sonoro que nos azuza el atávico instinto poético o musical al que ya, desde el haber nacido, estábamos atados sin saberlo: would you like Green Eggs and Ham? ¿pum-pa-pum-pa-pum-pa-pum?

Todo eso hace de Green Eggs and Ham un libro increíblemente difícil de traducir, ya que en español la mayoría de las palabras son llanas, es decir, de como mínimo dos sílabas. Hay una traducción, disponible en la librería virtual Amazon, llamada Huevos Verdes con Jamón, en la que Sam I am se llama, por obvias razones de rima, Juan Ramón. En Estados Unidos el libro es tan famoso que la comunidad hispana hace, por sí misma, que la traducción sea sobradamente rentable. De hecho, el libro es tan célebre que es posible comprar un colorante alimentario de color verde para, literalmente, teñir los huevos fritos y el jamón reales y preparárselos a los niños, que, después de leer el libro, se pirran por ese extraño plato. En España la editorial Altea ha publicado cuatro libros del Dr. Seuss, pero no el de la aventura gastronómica de Sam I am con su amigo. Me pregunto por qué. En la traducción al español que ya existe, de la que no he podido ver más que un extracto en la página de Amazon, el título mismo es ya un quebradero de cabeza para el que lo traduce: Huevos Verdes con Jamón. Según este título, ¿qué es verde, los huevos y el jamón o solo los huevos? ¿(Green eggs) and ham o Green (eggs and ham)? En la cubierta del libro hay una imagen que deja claro que la segunda opción es la correcta, pero el título parece hablar de la primera. Walter Benjamin ya nos puso en la senda de que el texto original que un traductor traduce no es más que la idea falible y precaria que de él nos hacemos con la lectura, y la lectura, a su vez, es el fracaso con el que intentamos completar ese “original” nunca idéntico a sí mismo. La tarea del traductor, así titula Benjamin su texto clásico sobre la traducción. La palabra alemana para “tarea”, aufgabe, significa también “fracaso” o “rendición”.

Otra interesante aproximación a la traducción es la que procede del manifiesto antropofágico del brasileño Oswald de Andrade. Para de Andrade, la cultura brasileña debía ser aquella que saliera de devorar y deglutir a la europea, para digerirla y obtener así la verdadera identidad del creador nativo, que se esconde tras las capas de la colonización: tupí or not tupí, dice en su manifiesto. Se refiere a la cultura tupí o tupinamba, uno de los muchos pueblos indígenas brasileños. Más tarde Haroldo de Campos, fundador del concretismo, trataría un poco más en detalle el tema. Siguiendo a Pound y al mismo Oswald de Andrade, usaba términos como usurpación, intromisión, negación o deslectura para explicar en qué consiste lo que un traductor debe hacer. No hablaba de traducción sino de transcreación. Para él era preciso volver a crear el texto, encontrar estructuras propias del idioma de llegada en las que volviera a nacer el (o un) sentido. Se borra totalmente la frontera entre copia y original, entre el que escribe y el que traduce. Tal vez nunca haya tenido tanta importancia (la que se merece, por supuesto) el traductor de un texto como en la época en la que Haroldo de Campos traducía. Él “transcreó” en portugués a Mallarmé, Homero, Dante o Goethe, por citar solo algunos, y sería necesario un transcreador tan bueno como él para poner en español esos huevos verdes, ese jamón verde. Alguien que no dijera: ¿te gustarían huevos verdes con jamón? Alguien que encontrara otra cosa. Tal vez alguien que no hablara ni de los huevos ni del color verde. Tupí or not tupí.

Literatura

José Morella

Gallina y huevos

Para un niño que haya tenido ese libro entre sus primeras lecturas no habrá, en el fondo de su subconsciente, ninguna diferencia entre “huevos verdes” y “literatura”. La literatura es ese sitio donde existen los huevos verdes (...)