Luke nº98 Julio - Agosto 2008

Bestiario

Es difícil –y estúpido- clasificar a un escritor como Néstor Perlongher. Él se llamó a sí mismo "neobarroso": el neobarroco de Lezama Lima salido del fango del Río de la Plata. Ese lodo es la estirpe en la que el poeta se coloca antes de que lo coloquen, el lugar desde el que cualquier orgullo, incluso el que el poeta no reclama, será merecido y nunca -imposible- visto como un valor a priori, como algo no-bien-ganado. Perlongher se hace a sí mismo desde la nada a través de la fuerza de una altísima cascada de escritura y pensamiento que nunca huyen de su propia caída, una cascada que cae encima de todas las fronteras y las empapa. Son tanto fronteras físicas (Perlongher vivió en Brasil y vivió Brasil, dejando que la cultura y las palabras mismas del portugués formasen parte de su idioma poético) como intelectuales y políticas. Lector de Deleuze, Foucault y Bataille, utiliza su inteligencia, una inteligencia que me gusta pensar como “curtida”, para construir verso a verso una figura nueva, una identidad homosexual en una América del Sur en la que, en ese momento, el problema de la discriminación a los homosexuales era solo uno de los muchos problemas e injusticias que usurpaban el gobierno de la realidad. Por eso la obra de Perlongher es mucho más que eso, es una plasmación de las condiciones y contradicciones de su momento y su lugar. El charco que dejó es de palabras nuevas, es una nueva no-organización de las palabras que no necesitan más que su contundente verdad para estar organizadas. Sólo necesitan haber caído como aberrantes lágrimas gigantes desde la mirada delicada de gigante de Perlongher.

Es posible que no haya pasado el tiempo suficiente (ni se hayan hecho los suficientes esfuerzos) como para que su obra nos llegue con todo su valor. En España es imposible encontrar un libro suyo en las librerías. Pueden, eso sí, buscarlo en Internet y leer, entre otros, el largo poema llamado "Cadáveres", sobre la represión de la dictadura militar en Argentina.

Perlongher nació en 1949 en Avellaneda, Buenos Aires. Fue uno de los líderes del FLH (Frente de Liberación Homosexual), por lo que fue detenido en 1976. Su militancia en partidos de izquierda chocó con la repugnancia que los viejos marxistas "de toda la vida", los líderes obreros más rancios, mostraron siempre por los homosexuales; experiencia que, en España, recuerda a la que sufrió Jaime Gil de Biedma. Perlongher murió de sida en San Pablo, en 1992. En uno de sus últimos poemas, Canción de la muerte en bicicleta, se lee: "Ahora que me estoy muriendo / Ahora que me estoy muriendo / Erguidas coníferas plañen como ombúes / o sauces de la maraña madrugada, resmas / de leche chorrean a mares por la escrófula / en el antecedente del derrame".

Literatura

José Morella

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Fotografía: Mapplethorpe

telectuales y políticas. Lector de Deleuze, Foucault y Bataille, utiliza su inteligencia, una inteligencia que me gusta pensar como “curtida”, para construir verso a verso una figura nueva, una identidad homosexual en una América del Sur en la que, en ese momento, el problema de la discriminación a los homosexuales era solo uno de los muchos problemas e injusticias que usurpaban el gobierno de la realidad. Por eso la obra de Perlongher es mucho más que eso, es una plasmación de las condiciones y contradicciones de su momento y su lugar (...)