Luke

Luke nº 101 - Diciembre 2008
ISSN: 1578-8644
Vicente Huici

Mirando hacia otra parte: Escrituras V: Historia/Filosofía/Ficción

Hay formas de ficción que se reconocen como tales, como la novela, el relato y, con sus límites, la literatura autobiográfica. Se podría, desde luego, añadir el teatro o el cine, o, incluso, las series televisivas, pero parece más bien que estas últimas manifestaciones narrativas pueden subsumirse en las primeras.

Sin embargo, hay otras formas de escritura que se reconocen deliberadamente como no ficticias, y que, de hecho, han intentado apartarse de la ficción desde los orígenes de nuestra cultura. Es el caso de la Filosofía y de la Historia. En efecto, la Filosofía, en cuanto modalidad de escritura surgida en el siglo VIII antes de nuestra era, cuajó entre los siglos V y IV de la mano de filósofos tan conocidos como Platón y Aristóteles, que tuvieron como principal objetivo apartarse tanto de los relatos míticos como de la utilización meramente retórica de las palabras. Su método fundamental se articuló en torno a la capacidad de dilucidación lógica, concediéndole al buen y ordenado razonar –la lógica– la condición de ciencia.

En cuanto a la Historia, concebida por Herodoto como investigación de los acontecimientos, se distanció también de los relatos míticos en la obra de Tucídides, que, por primera vez, empleó el dispositivo del testimonio como una de las fuentes fundamentales para su elaboración.

En la tradición romana se mantuvieron estas distancias, y al respecto se pueden exhibir los casos de, por ejemplo, Cicerón o Tito Livio, pero, con la aparición del cristianismo como religión oficial, tanto la Filosofía como la Historia volvieron a depender de un relato mítico (Philosophia ancilla Theologiae, o sea, "la Filosofía, sirvienta de la Teología"), en este caso del judeo-cristiano, obligándose a hacer las correspondientes adaptaciones, como es visible en las obras de Agustín de Hipona o Tomás de Aquino.

Tras el largo periodo medieval, en el siglo XVI apuntaron los primeros intentos de apartarse de la dependencia de la ficción mítica judeo-cristiana, y buena prueba de ello son las obras de Maquiavelo o de Montaigne, pero la circunstancia que más relevancia iba a tener fue la aparición de las primeras aproximaciones científicas experimentales.

En efecto, la prueba experimental fue poco a poco añadida a la definición de la ciencia, que hasta aquel momento tan sólo se valía de la capacidad lógica. En este camino, la Filosofía no pudo avanzar, puesto que no podía constituirse en Filosofía Científica, pero de ella se derivaron las que luego habrían de ser la Sicología o la Sociología. En cuanto a la Historia, asumió el nuevo paradigma y, renunciando a sus similitudes con las formas mayores de la narración, incorporó el criterio científico por medio de la inclusión de fuentes documentales a modo de pruebas.