Luke nº95 Abril 2008

Tiempos de blogs

La literatura, desde que existe, siempre se ha adaptado al tiempo que le toca vivir a los escritores. Debido a esa capacidad de adaptación ha podido sobrevivir siglo tras siglo, época tras época, generación tras generación, a pesar de todas esas voces agoreras que de tanto en tanto alzan la voz para levantar su acta de defunción. Pero la literatura sigue abriéndose camino por nuevos senderos y realmente insospechados hace tan sólo unas décadas. En este sentido, internet está cambiando las formas de relación de los seres humanos y la literatura no ha podido ser inmune a este espacio de intercomunicación sin fronteras.

Entre los géneros literarios el diario ha sido uno de los géneros pioneros en adaptarse a los nuevos tiempos que corren. El género epistolar fue el primero en recibir el impacto de la renovación cultural surgida tras la popularización de internet por todo el mundo y en la actualidad la escritura de la carta tradicional casi ha desaparecido en beneficio del correo electrónico. Es raro escuchar a alguien decir que ha recibido una carta de tal conocido contándole los pormenores de su vida. Hoy día sería difícil imaginarnos a un joven Werther escribiéndole sus penas a un amigo sin la presencia de una pantalla de ordenador como cómplice de los dos interlocutores.

Después del género epistolar, el género diarístico ha sido el que más rápido se ha adaptado a las nuevas vías que ofrece internet. Millones de internautas han creado sus propios blogs desde cada rincón del mundo, esas atalayas de palabras e imágenes desde donde acechar los anchos mares de la realidad que nos envuelve y nos acribilla con una ingente información imposible de digerir. Tanta producción da vértigo y es tarea casi imposible separar el grano de la paja, lo sustancial de lo insignificante. Pero como ocurre con toda novedad, el transcurrir del tiempo irá despejando poco a poco ese inmenso bosque de nombres donde ahora todo está confundido y enmarañado. Los verdaderos escritores se harán un hueco en este espacio sin fronteras y el resto sólo será columnas de un vago humo que tarde o temprano terminará disipándose en el alféizar virtual.

El que escribe estas palabras siempre ha tenido afición por la literatura de diarios. Es el género literario que permite mayor libertad al escritor, el género más híbrido y heterodoxo, el más íntimo y a menudo provocador, en el que la realidad y el artificio se dan la mano sin anularse una al otro, en el que la reflexión profunda y la mera divagación coexisten sin que el armazón del texto se derrumbe como un castillo de naipes. Para un escritor el diario, entre otras cosas, es un desván de tesoros literarios almacenados y custodiados con esmero durante toda una vida, un cuaderno de bitácora en el que se apuntan todas las lecturas de libros que forman parte de ese largo viaje de formación en el largo y complejo proceso de la escritura.

En la literatura española contemporánea no son muchos los escritores que han hecho del diario una parte referencial de su obra literaria. Daniel Defoe y su Robinson Crusoe no tuvieron tantos seguidores en castellano. En otras lenguas europeas quedaron diarios tan emblemáticos como el de André Gide o el de Cesare Pavese. Entre los nombres de escritores españoles actuales que me llegan a la mente destacaría a Andrés Trapiello, Miguel Sánchez-Ostiz y José Carlos Llop. Desde los años ochenta se reivindicó este género literario que tan poca tradición había tenido en la literatura española y desde entonces no han sido pocos los escritores que lo han frecuentado con mayor o menor fortuna.

En nuestros días el género diarístico cobra fuerza en forma de blog publicado en internet. Algunos de ellos, por su calidad literaria y su agudeza crítica, han terminado impresos en papel y de esta manera han logrando una segunda existencia más allá de esa efímera y nebulosa vida de la edición en el espacio virtual. La posibilidad de participación del lector ha abierto un nuevo escenario que hasta hace muy poco ha sido un hecho insólito en el campo de la literatura. Pero necesitamos de más tiempo para juzgar con más profundidad y objetividad lo que estos escritores están aportando en este momento. El peor enemigo de los escritores de blog es la prisa, escribir sin contención, porque toda creación literaria necesita de su poso de reflexión, sin olvidar el proceso formal que conlleva todo proceso de escritura. La mayor parte de los blog literarios que se escriben no tienen la profundidad crítica y artística suficiente para sostenerse por sí mismos. Por esta razón los escritores de blog deberían ser conscientes de sus propios límites, del riesgo que se corre al escribir de lo inmediato y nunca deberían olvidar que no todo lo que uno escribe entra en los parámetros de la literatura.

De momento el boom de los blogs literarios está en pleno auge. En el tiempo de las vanguardias literarias y artísticas todo valía, lo bueno y lo malo se daban cita en el mismo escenario y se confundían entre sí, pero el paso del tiempo ha hecho tabla rasa de todo intento vanguardista superfluo y parco en calidad. Con los blogs literarios pasará lo mismo: sólo saldrán a flote aquellos escritores que sean conscientes de que la literatura tiene sus propias reglas y que de las palabras emanan un valor universal que está por encima de las modas pasajeras y las inquisiciones que a menudo impone la novedad en el mundo de la creación.

Opinión

Javier Martín Ríos

cuaderno

Después del género epistolar, el género diarístico ha sido el que más rápido se ha adaptado a las nuevas vías que ofrece internet. Millones de internautas han creado sus propios blogs desde cada rincón del mundo, esas atalayas de palabras e imágenes desde donde acechar los anchos mares de la realidad que nos envuelve y nos acribilla con una ingente información imposible de digerir (...)