LUKE nº 88

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Opinión

Estío

El Golem

payasa

Ha ocurrido que la naturaleza ha imitado al arte. Si antes las vacaciones eran un paréntesis en la vida real, hoy, para muchos, las vacaciones "son" la vida real y el resto del año ha mutado en un largo letargo. Lo anecdótico se ha transformado en "leit motiv" de muchas existencias. ¿Qué sucede con nosotras en ese breve ínterin? En general, durante el verano, abandonamos el realismo para dejar espacio a la fantasía. Creamos temporalmente la cuarta dimensión de nuestra psique, que se añade al: cómo nos vemos, cómo nos ven y cómo somos en realidad. Nos transformamos en un "cuarto elemento" que nos hace menos diferentes, pues tendemos a templar nuestra naturaleza en una dirección común. Nos mostramos menos hurañas y tacañas, más proclives a la aventura, al sexo, al desnudo... y a la estupidez. Sacamos del armario un alter ego que, en general, avergonzaría a nuestros otros tres "quienes" que, meticulosos como relojeros de la existencia, vamos conformando durante nuestra temporada laboral. Perdemos capas de ese trabajado disfraz que vestimos habitualmente y desnudamos cuerpo y espíritu con mucho menor pudor. Intentamos compensar con excesos la falta de momentos vitales que hemos producido durante el resto del año, como si así pudiéramos compensar nuestra falta de alegría de vivir cada instante de nuestra corta pero desaprovechada vida. En muchos aspectos, el ego veraniego tiene cierta semejanza a esos yoes ficticios que nos construimos bajo el paraguas de internet. Quien nos conozca en esta época, nos creerá mejores de lo que somos, porque en ese momento estamos fuera de nosotras mismas, pero esa imagen es aún más falsa que nuestro yo habitual, pues es fruto perecedero. Somos una falacia en nosotras mismas.

En una quincena, lo más un mes, intentamos recuperar aquel ansia de vivir que nos dejó huérfanas al traspasar el umbral de la edad adulta, y ello con consecuencias muchas veces contrarias a nuestras intenciones. Los matrimonialistas se frotan las manos pensando en septiembre, temporada alta gracias a la consecuencia de la convivencia real de las parejas durante el verano en esa paradójica vuelta al drama del hogar que se da en tantos apartamentos de verano. Son numerosos los casos de parejas con hijos aparcados durante el resto del año en colegios y criadas y que, súbitamente, se ven a obligar a convivir con ellos, descubriendo lo difícil que es mantenerse cuerdo ante la tenacidad agotadora de un crío. La infidelidad estadística parece demostrar que la monogamia desaparecerá cuando la humanidad sea liberada de su esclavitud laboral. Durante ese lapso, nos afanamos en recuperar a aquella que fuimos y que hoy envidiamos con equivocada melancolía. Alguna vacación creemos reencontrarla -ilusionada, apasionada, libre e indómita- pero lo cierto es que, salvo un cataclismo vital, no volverá a cruzar nuestra puerta. En un breve espejismo Cronos nos permite volver a ser dueñas de nuestro tiempo y, si no optamos por el desenfreno aventurero, sexual o drogadicto, reflexionamos sobre nosotras y nuestra existencia. Como siempre, con la excepción de las mentes felizmente simples, llegamos a la conclusión de que ha pasado un año más y no hemos transformado el mundo; ni tan siquiera lo hemos hecho nosotras, salvo en el declive físico. Algunas cambian su entorno y se enriquecen con nuevas vivencias, culturas y humanidades. Otras aprovechan para realizar alguna tarea intelectual para la que han faltado días y horas durante el invierno. Pero la mayoría nos dejamos envolver por los más veraniegos pecados capitales: la molicie, la lujuria, la gula... Al vernos en ese estado mental, comprendemos que una auténtica obra de arte necesite la más de las veces del sufrimiento, del agotamiento y la angustia existencial. Cuando nos sobra tiempo, dinero -aunque sea a base de tarjeta de crédito o de créditos usureros al consumo-, brilla el sol, el agua del mar está caliente y nuestros conciudadanos pasean sus cuerpos desnudos a nuestro alrededor, es difícil dedicarse a algo espiritualmente elevado.

En cuanto al futuro, hay ya tantas cámaras a nuestro alrededor, que debe faltar poco para que el éxito de las vacaciones se mida por el número de visitas que tengan nuestras "robadas" grabaciones en YouTube o Pillados.com. Reflexión vacacional: ¿Discutirán entre sí los perros en la playa sobre si no bucean porque no saben o porque no quieren?