LUKE nº 90

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Arte

Lo borroso. Modelos de identidad trágica

Óscar Marín Repollet

La aparición de la fotografía supuso que se catalogaran e inventariaran objetos y lugares que nunca antes habían sido registrados, proporcionando nuevas visiones como por ejemplo las vistas microscópicas o las fotografías de fantasmas. Más allá del proceso de identificación y extrañeza, este halo fantasmagórico siempre ha recorrido las imágenes que no tienen la suficiente nitidez y que escapan al estatuto de verdad al que se asocia el medio fotográfico. Como bien afirmó Marshall Berman haciendo alusión a la modernidad: "Todo lo sólido se desvanece en el aire", las imágenes que consiguen atraer nuestra atención son aquellas que conservan una dosis de misterio.

La visión del ser humano es astigmática, en tanto nuestra vista observa de lo general a lo concreto, percibiendo objetos inanimados y personas como manchas borrosas que se asemejan más a una pintura. Por ello si contemplamos una fotografía de un sujeto borroso o movido nuestra mente intenta asociar esta imagen a algo que ya conocemos. Es entonces cuando aplicamos por deslizamiento a esa imagen borrosa un calificativo o un estereotipo cultural. De esta forma nuestra memoria al contemplar estas imágenes a simple vista desprovistas de significante transforma una mujer con niño en una madre, un hombre de edad avanzada en un anciano, una mujer que llora en una posible victima de malos tratos, etc.

Si observamos pinturas como las de Gerard Ritcher en las que siempre reconocemos una fotografía, nos damos cuenta que también es posible encontrarnos con la acción inversa reconocer en una fotografía una pintura. Para que una fotografía se convierta en pintura deben de darse dos fenómenos, uno la superación de lo ordinario en trascendente y otro el reencuentro con "la realidad" a través de lo no mimético. Gracias a la perfección de la técnica al gusto por la hiperrealidad se da también el fenómeno contrario una vuelta a las imágenes imperfectas. Lo borroso como elogio del movimiento, de lo infinito como génesis de la propia fotografía y del arte. Las personas que se dedican a crear imágenes saben lo importante que son la vista y la cualidad de percibir las formas con los ojos entornados.

Cuando la realidad se evapora el medio fotográfico hace que lo representado obtenga el calificativo de real. La fotografía hace visible lo invisible, perceptible lo imperceptible y real lo irreal. Los medios de comunicación, principalmente la televisión nos proporcionan una serie de modelos de identidad trágica que permanecen registrados en nuestra memoria. La mirada funciona como una herramienta eficaz para fijar estereotipos culturales como "joven blanca soltera", "pareja de enamorados", "padre", "negro", etc. Gran parte de la cultura de la humanidad ha sido captada por la mirada, como elemento mediador con lo real, cercano al ámbito social y cultural. La tecnología nos proporciona una mirada no lejana a lo que acontece en su entorno, poniendo rostro y perfil a imágenes que nunca lo han tenido. La presencia de lo visual produce nuevas formas de conocimiento, genera cambios culturales y nuevas dimensiones sociales.