LUKE nº 86

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Opinión

La lluvia no cesa

paco piquer

dunas

Sí, Inés, sí. Tienes razón. África. nos llueve, nos empapa; nos emociona a diario con el goteo de rabia que nos causa cada patera que llega a puerto. Nos desarma con la mirada profunda de un niño famélico. Con los pechos exhaustos de su madre, ¿de donde sacará un moribundo fuerzas suficientes para sostenerle entre sus brazos? Con la ridícula fotografía en el couché del solidario famoso de turno sonriendo, rodeado de negritos. Con la hipocresía de los laboratorios farmacéuticos que proveen de productos caducados a una población diezmada por el sida, la malaria y otras virguerías tropicales. ¿Y aún nos preguntamos de qué huyen? ¿Y por qué? ¿Por qué arriesgan sus vidas y su mísera hacienda en travesías suicidas? Eso los que no tienen nada. Los que tienen un mínimo vestigio de petróleo en su subsuelo son masacrados en aras de la libertad por poderosos armados hasta los dientes, inmiscuidos en resolver conflictos que nada les importan y que, una vez resueltos, les proporcionarán pingües beneficios, instalado en el poder el jerifalte que ellos impongan a la fuerza. Aunque a mí me ha llovido también en el corazón la filosofía ante la vida de aquellos que deciden quedarse en sus países y pelear desde allí por la difícil prosperidad, por avanzar en el tiempo contra viento y marea. Me han cautivado desde el desierto, ausencia de todo, hasta de ausencia. Me han insuflado el alma de calma y de paz, simplemente viviendo. Me han brindado su amistad con el gesto sutil de llevarse la mano al corazón. Me han acogido como a un hermano en mis regresos y me han regalado sus perfumes y su luz que conservo como uno de mis mayores tesoros. Me llueve África como a ti, Inés, pero tengo también el salvoconducto de la esperanza en su futuro, confiando en que los "geochos" de turno comprendan de una vez que hay cosas más importantes donde invertir sus dólares.