LUKE nº 86

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Arte

Apuntes acerca de Photoespaña

Sergio Sánchez-Pando

Photoespaña

De entre las sesenta exposiciones que conforman la programación del festival Photoespaña que se celebra en Madrid durante los meses de junio y julio sobresale por su amplitud la dedicada en el Centro Cultural de la Villa al Neorrealismo, una exhaustiva aproximación al movimiento cultural y artístico italiano a través de la lente fotográfica que por una vez adquiere preeminencia sobre la cámara de cine con la que a la postre quedaría asociado.

Desde su génesis entre los escombros de la guerra europea, cuando en el aire aún espeso y ácido resonaban los ecos de las marchas fascistas y el estruendo de los obuses, hasta su defunción certificada por el desarrollismo incipiente que daría paso al milagro económico italiano y con él a nuevas formas de expresión, el Neorrealismo se ocuparía de dar voz a seres que habían permanecido mudos, invisibles. Todos aquellos receptores de consignas cuyo significado había quedado limitado a formar parte de la muchedumbre llamada a vitorear al líder en la plaza local, a engrosar las cuadrillas dedicadas a recolectar la cosecha o a incrementar la producción, a servir de carne de cañón en los insaciables teatros militares, hasta entonces disueltos en la masa humana abigarrada y anónima, al fin cobraban vida propia. No sólo tenían vivencias y sentimientos propios, sus temores y anhelos, sino también un tono de voz, una mirada particular a la que merecía la pena prestar atención.

El trayecto visual por la Italia entre los años treinta y cincuenta invita a establecer paralelismos con la historia reciente de nuestro país, tan similar y a la vez tan distinta quizás por efecto de los tiempos cambiados en uno y otro lugar: mientras allí se consolidaba el fascismo aquí se tambaleaba la ferviente pero frágil democracia, cuando allí se aguardaba con expectación la guerra inminente aquí agonizaba la contienda tras crueles combates, al abrirse allí una larga etapa de democracia vigilada aquí fermentaba la variante local de fascismo en versión nacionalcatolicismo. Las historias recientes de Italia y España recuerdan a dos relojes del mismo modelo sincronizados por dedos torpes que sólo hace muy poco alguien se avino a corregir. Pero si algo revela la exposición es que en nuestro país nunca brotó, y mucho menos sostuvo, una forma de expresión, una mirada con la originalidad y la hondura del Neorrealismo. Una vez más toca consolarse con el puñado de individualidades patrias, ésas que en su mayoría hubieron de desarrollar su identidad más allá de nuestras fronteras.

Por otro lado produce desconcierto el lugar elegido para la exposición de Sebastiao Salgado dedicada al continente africano en la que una vez más los desheredados del planeta demuestran que miseria y dignidad no han de ser conceptos excluyentes: nada menos que la sede central del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria. Cuesta imaginar a su presidente, el mismo de los diez millones de euros de sueldo que él mismo admitía difícil de entender desde el punto de vista ético, visitando la muestra, o quien sabe si incluso inaugurándola, complacido tal vez de que la miseria pueda resultar tan plástica. ¿Y el fotógrafo brasileño?, ¿se habrá planteado la paradoja o estima quizás que la ubicación de sus fotografías es un asunto que compete a otros? Quién sabe si la denuncia de tan grande contradicción no sonará a rabieta de raíz sesentayochista, otra de ésas que hay prisa por enterrar, que chirría en estos tiempos en que el ejército se presenta en sociedad bajo ropajes de organización humanitaria y adquiere su armamento para desplegarlo en misiones de paz, en los que una gran empresa inmersa en una despiadada lucha de poder se anuncia al son de "Todo lo que necesitas es amor" de los Beatles, en los que las compañías eléctricas se proclaman campeonas en la preservación del medio ambiente... ¿Se tratará en definitiva de una invitación a adoptar una nueva mirada, más neutra y desprejuiciada, a la hora de contemplar las fotografías?

Photoespaña

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