LUKE nº 87

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Arte

Transversales

ANDY WARHOL; "Mi filosofía de A a la B y de B a la A"

adolfo vásquez rocca

Warhol

Andy Warhol dictó a Patt Hackett, su secretaria, dos libros "Mi filosofía de A a la B y de B a la A", y "Diarios" en los que el artista se retrata con una fina ironía y un cinismo mordaz. En estos originalisimos libros que constituyen una crónica de la vanguardia artística de New York y su particular fauna, Warhol - a través de un genial repertorio de ironías y agudas observaciones- nos ofrece lo que es fundamentalmente una crónica del americam way of life, de su glamour y decadencia.

Todas las vidas, según se ha sentenciado, tienen una novela. Sin embargo, pocas vidas soportan bien un diario que interese a todo el mundo sólo por la gente que aparece en él. En el caso de Andy Warhol, el diario de su vida es la noticia de primera mano del mundo más atrevido del arte de los años sesenta, setenta y ochenta.

En estos libros, ambos publicados en España, especie de dialogo con su alter ego -una suerte de monologo dialogante, un curioso género de auto-reportaje, Warhol eleva a la categoría de obra de arte la entrevista. En rigor, como también puede decirse de sus obras plásticas y gráficas, Warhol no escribió ninguno de ellos ya que este trabajo lo realizó su inseparable secretaria Pat Hackett que pacientemente grababa o tomaba nota de las ocurrencias del autor y de su vida diaria, para darle después forma, ordenarlo todo, y pasarlo a materia de libro. Los dos textos publicados tienen distinta fecha y muy diferente contenido. Uno muestra, a grandes rasgos, el pensamiento, y el ideario del artista y el otro es un documental en prosa sobre la vida de Warhol contada con el detalle del día a día. En uno, asoma el Warhol de dentro y en otro, el de fuera. El primero de los libros es el más íntimo, un reflejo del mundo interior del artista: Mi Filosofía de A a B y de B a A (Tusquets), fue publicado en 1975 y es una recopilación, elaborada por Hackett, de las reflexiones más interesantes del autor acerca de innumerables temas, acompañado de episodios biográficos importantes como el referido a la creación de la Factory o al intento de asesinato que sufrió por parte de una mujer en 1968 y que casi acaba con su vida. Siempre con el ambiente de la época de fondo, Warhol establece un diálogo consigo mismo sobre el amor, el arte, la belleza, el sexo, la soledad, el dinero, la fama y la muerte. Todas las ideas del autor sobre los grandes temas desfilan a través de una prosa desenfadada y llena de humor que descubre a un observador perspicaz y solitario, amante de la televisión, el consumo y la vida americana. "Puedes estar mirando la televisión y ver una coca cola, y puedes saber que el presidente bebe coca cola, Liz Taylor bebe coca cola, y piénsalo, tú también puedes beber coca cola. (...) Ninguna cantidad de dinero puede brindarte una mejor coca cola que la que está bebiendo el mendigo de la esquina". Este libro mezcla el gusto por la anécdota, con lecciones de ensayo de filosofía pop.

Diarios (Anagrama) es el otro libro, publicado en 1989 y escrito también por la secretaria Hackett. Junto a otro diario que abarca al Warhol de los años sesenta y que no salió en España titulado Popism, este libro es un registro minucioso de la vida del artista entre los años 1976 y 1987. El libro recoge al detalle las idas y venidas del artista, las fiestas, sus negocios, el círculo amplio de amistades, e incluso el dinero que gasta al día en taxis o comidas. Cada mañana Warhol telefoneaba a su secretaria y daba buena cuenta de sus actividades del día anterior. Este libro tiene mucho de memoria de todos los famosos del cine, la literatura, la música, y el arte de la época ya que todo el que era famoso se acercaba a Warhol, o bien nadie era famoso si no se acercaba a él. Lennon y Yoko Ono, Keroauc, Ginsberg, Bourroughs, Cassady, Liz Taylor, Truman Capote, Mick Jagger, Dennis Hopper, Madonna, Jack Nicholson y toda la familia numerosa de la Factory forman el círculo de amistades de Warhol, y dan luz y glamour a una vida que despierta interés por sí sola.

Curiosamente toda la vida social de Andy Warhol, representaba así una curiosa parodia, una farsa teatral muy efectiva. Se rodeó de una tribu de gentes de procedencia diversa: artistas de exóticas tendencias, músicos inadaptados, niñas ricas buscando el vértigo de lo prohibido. Todos ellos se alistaron en una legión descontrolada por las drogas, las poses extremas, los dogmas desenfrenados. Vivían en común en un taller forrado de papel de plata llamado "The Factory".

Warhol creo su propia revista, Interview, cuya premisa era crear celebridades y reproducir las grabaciones "crudas", esto es, incluyendo estupideces, lapsus y vacilaciones. Andy Warhol así no sólo cambiaba las reglas del arte contemporáneo; también revolucionaba el género periodístico de la entrevista, esa ficción de arena pública donde la gente -se supone- dice lo que piensa (aun cuando él se quedaba callado. Contestaba con monosílabos, genialidades lacónicas o largas digresiones sonámbulas). Decía que sí y que no a cualquier cosa. Jamás perdía la calma. Leía reportajes ajenos para robar respuestas ingeniosas.

"Te presento a mi mujer" o "Ésta es Sony, mi esposa", solía decir Andy Warhol. Y luego señalaba su grabadora portátil japonesa, que siempre estaba a su lado. Grabar, se sabe, era una de las pasiones de Warhol. Su novela "A" (1968) no es otra cosa que la transcripción textual de horas y horas de cintas donde conversa la fauna de The Factory. Sus dos libros: LA filosofía de Andy Warhol (De la A a la B) -nótense las rotundas mayúsculas del LA en el título de este tratado iniciático del modo de ser americano, con formato de autoentrevista- y POPism: The Warhol Sixties, así como esa gran novela Americana secreta que son los Diarios, que fueron construidos sobre la base de conversaciones y grabaciones telefónicas con su asistente todo-terreno Pat Hackett. La obra de teatro "Andy Warhol"s Pork", producida por La Mama Theatre, es -por su parte- una destilado de charlas telefónicas muy privadas que se hicieron públicas, ninguno de estos personajes sabían que estaban siendo grabados en nombre del arte y el artificio de la naturalidad.

Ahora, por fin, I"ll Be your Mirror: The Selected Andy Warhol Interviews (Seré tu espejo: entrevistas selectas a Andy Warhol, Carroll and Graf Publishers, Nueva York) reúne y ordena las mejores entrevistas -varias de ellas inéditas o rescatadas de las páginas de extintas revistas under.

El libro toma prestado el título de una de las canciones de The Velvet Underground -mítica banda "gestionada" en sus comienzos por Warhol-, donde se oye aquello de "Seré tu espejo / Reflejaré lo que eres, en caso de que tú no lo sepas... Deja de cubrirte con las manos, porque yo te veo". En el prólogo, Reva Wolf se pregunta si una entrevista puede ser una obra de arte. En el caso de Warhol, la respuesta es sencillamente warholiana: sí. Y es que la voz -el sonido de Warhol, sus wow y sus gee- es parte integral e inseparable del asunto. Tan importante como las pinturas y las serigrafías y las meadas de óxido de Warhol, y tan definitoria como una peluca blanca y un pecho cruzado por cicatrices. Porque Warhol, consciente o inconscientemente, revoluciona y crea un nuevo "discurso de artista", a la vez que deforma el concepto de entrevista. En los tiempos en que el periodismo sufría y disfrutaba una de sus más fértiles y creativas transformaciones -el new journalism, cuya estrella era el periodista-, Warhol contraatacaba con algo que puede ser definido como zombie journalism: ese lugar donde se desarma al entrevistador por medio de la sinceridad absoluta, o la repetición de los más célebres slogans del momento, o la manipulación de dictums ajenos (de Marcel Duchamp a Greta Garbo) y frases hechas y obtusas de los políticos, o el hermetismo total, o la síntesis monosilábica y sincera y envasada al vacío. En sus entrevistas, Warhol desaparece hasta que, invisible, ha invadido todo el espacio disponible. Warhol dice poco o nada. Y sin embargo es una de las personas más citadas del siglo XX. Baste como ejemplo la celebre afirmación: "Un artista es una persona que produce cosas que la gente no necesita, pero que -por alguna razón- piensa que está bien proporcionárselas a los demás".

Entrevistar a Warhol era participar de un happening, una puesta en escena del genio mediático, ante el cual los periodistas se veían en la necesidad más extrema de arrancarle un par de buenas declaraciones. Warhol disfrutaba de eso y siempre entendió que "la entrevista es el producto en colaboración del entrevistado y el entrevistador... -Una obra de arte- No puede ser algo espontáneo, aunque debe parecerlo. La entrevista es una de las formas de la retórica distinguida por su origen de colaboración". Así, cabe pensar que Warhol -con sus respuestas en apariencia banales- funcionaba como una suerte de inspirador del entrevistado, obligándolo a refinar su arte y a tomar nuevas direcciones. En realidad, más que contar, a Warhol le gustaba que le contaran, y abundan los momentos en que los roles se confunden y es Warhol -adicto confeso a cualquier chisme- quien empieza a preguntar o en los que pone en juego su radical elogio a la banalidad: "estoy resfriado y no pensar en nada. Sería tan agradable si usted me dijera las respuestas para que yo las repita después de las preguntas. Eso sería lo mejor; porque yo siempre estoy tan vacío que no tengo nada que decir".