LUKE nº 87

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Opinión

Pez de tierra

Confort hermético

Angela Mallén

Espantapájaros

Te están hipnotizando con la publicidad y la cultura del auto bombo. Te cuentan que la vida es light, confortable, llevadera, que te la están facilitando. Te dicen que la civilización te ha librado de salir a cazar fieras vestido con un taparrabos. Cada día que pasa es mayor la insistencia en la tesis de que la vida es sueño.

Sí, un sueño que da comienzo en cuanto abres los ojos, te levantas y te enfrentas a una pesadilla insustancial:

El café sin cafeína viene envasado al vacío en un mini-sarcófago plateado o dorado, según el fabricante, con un hilito rojo cancerbero que defiende el precinto al igual que una hidra de dos cabezas.

El yacimiento de la leche descremada es un tetrabrick mejor sellado que la tumba de Tut-Ankh-Amon. Y si crees que podrás perforarlo por la hilera de puntos, allá tú.

Las galletas crocantes se comercializan en el interior de un plástico más duro que un coco.

Los cereales, a los que antaño se accedía retirando una vaina verde, se encuentran pertrechados en un fuerte antiapaches como el de John Ford.

Las rebanadas de pan tostado se guardan en una caja de caudales, vigiladas por un hilo burlón que siempre se rompe o nunca se encuentra.

El bote de confitura extra de albaricoque lleva tres meses sin abrir, sin bien has insistido cada una de las mañanas, porque en su etiqueta puede leerse: "Una vez abierto, conservar en el frigorífico". O sea, dan como posible que se abra.

¿Hace una magdalena? Pues baja diez peldaños en la escala de la evolución. Porque las lacraron con la maquinaria que se utilizará en Cabo Kennedy para insonorizar las futuras naves espaciales. Se te pone cara de chimpancé.

La humanidad ha perdido la inocencia pero ha perfeccionado el sarcasmo, por eso en todo envase reza la leyenda de abre fácil, tan falsa como el jeroglífico que los sacerdotes les dejaban a las momias con la promesa de eternidad.

Algunas mañanas dudas de la conveniencia de seguir haciendo pesas, y buscas por internet un cursillo de Eduardo Manostijeras.

Mientras observas a tu colega batiéndose contra un tapón de rosca, se te ocurren filosóficas disquisiciones:

¿Evolucionar es entorpecer el acceso a los alimentos?

¿Desentrañar instrucciones para conseguir vituallas será la nueva Ilustración?

¿Quienes no puntúen alto en ingenio práctico serán desechados por la selección natural?

¿Todos los rótulos mienten?

¿Desarrollarán nuestros descendientes mutantes uñas rasga-precintos, pulgares hendedores y dientes arranca-etiquetas? ¿Para qué necesitaría nuestro nieto un corazón o un alma si no consigue succionar la leche de su tetrabrick?

Avanza la mañana, tus fuerzas se agotan, el metro se escapa. Abandonas a tu colega en el fragor de la batalla, y ya desayunarás en el bar de la esquina un croissant que lleva muerto dos semanas.