LUKE nº 82

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COMIC: La máscara de la justicia

Ricardo Triviño

Batman: El retorno del caballero oscuro, de Frank Miller. Guión y dibujos: Frank Miller. Tinta: Klaus Janson. Color: Lynn Varley. Ed, Planeta DeAgostini.

Batman: El contraataque del caballero oscuro, de Frank Miller. Guión y dibujos: Frank Miller. Color: Lynn Varley. Ed, Planeta DeAgostini.

Batman

Batman vuelve... es decir, vuelve a volver. Esta vez, por duplicado y en formato de álbum, como si de ediciones francesas se trataran, sustituyendo el formato original de comic-book americano. Pero es normal. El mundo de la viñeta está cambiando, se está abriendo a un nuevo público con mayor poder adquisitivo al que hay que atraer con ediciones más llamativas. Y desde luego, tras el éxito de taquilla y crítica de la adaptación cinematográfica de Sin City y el próximo estreno de 300, Frank Miller es un excelente reclamo.
El retorno del caballero oscuro (antes traducido como El regreso del señor de la noche) es un clásico de la historieta que, junto al impagable Watchmen de Alan Moore, revolucionó las aventuras de capa y malla en los años ochenta y supuso la consagración de su autor. Su protagonista es un Batman viejo, crepuscular, sombrío, enfrentado ya no a los malos de turno sino a sus propias pesadillas y miedos, a su ideal monomaníaco de justicia y, en consecuencia, al poder y a los mandatarios que lo corrompen. La pulcritud superficial del sistema y la confianza ciega en él tienen su alegoría perfecta en la figura joven y radiante de Superman, con quien el anciano murciélago ha de medirse en una agónica batalla final.
Su segunda parte, El contraataque del caballero oscuro, fue publicada quince años después y asimismo reeditada ahora en tomo de lujo. A pesar de carecer del impacto innovador de su predecesora, la historia atrapa desde el principio y no defrauda a sus seguidores. Si el Batman de la era Reagan combatía sus demonios inmerso en la bipolaridad de la guerra fría, el Batman del 11-S decide llevar a cabo un levantamiento colectivo de héroes contra el gobierno falaz e idiotizante que domina esta caótica era de la (des)información.
La contención de la primera obra se desborda en El contraataque de forma demoledora. La composición rompe con el antiguo orden secuencial de la cuadrícula y crea páginas collage donde se aprecian simultáneamente diferentes opiniones y puntos de vista a modo de zapeo descontrolado. Conjuntamente, el estilo, ahora más grotesco y aparentemente burdo, aunque dotado de mayor expresividad y dinamismo, se completa con los efectos casi lisérgicos de la nueva paleta informática de Lynn Varley, que abandona la sobriedad con que ambientaba la atmósfera asfixiante del primer libro, para retratar acertadamente el mundo consumido pero feroz, frenético pero pasivo, del nuevo siglo.
Acaso la palabra más adecuada para describir el arte de Miller sea "exceso", una constante que puede llegar a cansar por sus repetidas profusiones de testosterona pero que impele al lector a devorar fascinado sus tebeos con avidez. El debate que había dejado abierto en El retorno sobre la búsqueda de una sociedad más justa y los medios aceptables para conseguirla, se resuelve finalmente en El contraataque con una respuesta radical que forzosamente crea controversia. Miller puede gustar o no, pero difícilmente deja indiferente. Y eso, en los tiempos que corren, es de agradecer.