LUKE nº 81

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COMIC: Una reeducación sentimental

Ricardo Triviño

Fresa y chocolate, de Aurélia Aurita.
Guión y dibujo: Aurélia Aurita.
Traductora: Ana Millán.
Editorial Ponent Món.
Cartoné. 142 páginas.

Portada de Fresa y Chocolate

En el lenguaje occidental, o se folla o se copula, o se es vulgar o se es "aséptico". No existe término medio. Pene-polla o coño-vagina son pares que demuestran el hecho. Sin embargo, la creadora de Fresa y chocolate supera los tabúes y consigue hablar de sexo sin tapujos en una historia tierna, erótica, divertida e impactante.

Tras ser invitada a participar en el proyecto franco-japonés que daría como resultado la antología de historietas Japón visto por 17 autores, Aurélia Aurita (o Chenda Khun, nombre real de esta dibujante con heterónimo de medusa) conoció a un hombre en Tokio por quien se sintió profundamente atraída, ambos se enamoraron y ya no fueron capaces de vivir separados. Puede sonar a típico argumento romanticón lleno de exotismo, pero no lo es tanto cuando más del 60% de las páginas contienen sexo explícito dentro de una habitación donde el exterior es apenas una circunstancia.

Menos corriente aún es que el amante sea Frédéric Boilet, otro monstruo de la historieta actual e impulsor de la nouvelle manga, movimiento que pretende dar a conocer en Europa el cómic japonés o manga más costumbrista y menos comercial, promoviendo de esta manera nuevos contenidos y técnicas en un cómic francés saturado de fantasías de entretenimiento para chicos adolescentes, buscando un nuevo público al que dirigirse y avivando la reciprocidad artística entre ambos países.

Aurélia elige la forma de un diario personal para relatar su experiencia. Demuestra con una envidiable desnudez narrativa y gráfica que sexo y amor no son dos caras de la misma moneda sino una cinta de Möbius donde sólo la perspectiva nos crea la ilusión de divergencia. Entre la alienante épica falocéntrica, la hipertrofia pornográfica y el exacerbado feísmo underground, esta nueva visión liberada de las anteriores, fresca y lúdica, hace acto de presencia para enseñarnos que se debe disfrutar sin otro límite que la imaginación: Frédéric rozando su "tripita" contra el vientre de Chenda, Chenda devorando la barbilla de Frédéric, contemplando en un espejo el consolador dentro de su ano, montándoselo en el interior de un armario, demorando la proyección de una película para quemarse el uno en la boca del otro,...

Con un dibujo caricaturesco dotado de gran expresividad y una composición y un ritmo típicos del manga, Aurélia crea un estilo propio híbrido, donde los recursos pictóricos y retóricos de los dos lados del planeta se dan de la mano. La intercalación de bocetos de sus cuadernos de notas dentro de la historia refuerza la verosimilitud de la obra, que no veracidad, pues asume que la narración autobiográfica es tan ficticia como cualquier otra.

Declarada admiradora de la escritora Anaïs Nin y del dibujante Jean-Marc Reiser, la crítica la ha elevado a su digna sucesora. Bien recibida desde su primer álbum Angora, esta joven dibujante que ha participado en revistas como Fluide Glacial nos acerca algo que un día alejamos escondiéndolo en nuestro interior: el espacio privado y privatizadísimo, vergonzoso e invisible, en el que hemos convertido nuestra sexualidad.