LUKE nº 81

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Creación

Los Pliegues Ocultos (fragmento)

Juan Planas Bennásar

Cierras el puño. En tu anillo, una piedra con un sello triangular despide los haces de luz que inauguran los laberintos. Los atraviesan y alargan. Los redondean y encogen. Nos preparan sus trampas fatales.

[ Buscamos el imposible circuncentro, el símil de la equidistancia, la tranquilidad de la brújula, el fiel del equilibrio, como si nos buscásemos a nosotros mismos. Dentro y fuera de la luz, en la zona ciega, en la curvatura superficial del ojo, en su espiga, en los arrabales descarnados de las esquinas, en cualquier parte, pero ]

- A falta de ideas, ordenamos los utensilios. Las fórmulas. Los brebajes con que acallar el tumulto interior.

Yerra el pincel, pero no la belleza ni el horror, en las manos temblorosas de Jeroen van Aeken. También las plumas de caña de Laurence, prior de Durham, cuando la vida se resumía en unos cuantos códices manuscritos con tintas de carbón o hierro. Aún así, no podríamos mejorar sus obras. Y sería absurdo repetirlas.

No importa que la fiebre nos sugiera que el cuerpo dormido es sólo un pergamino de piel, una lápida donde acabamos esculpiendo un epitafio, para que reposen, al sol y entre las coronas de flores, los viejos reptiles.

O que parezca obvio que nos usurpamos los unos a los otros, vertiginosamente.

No importa que la tempestad parezca arrancarnos del paisaje y que decida abolirnos. Sin nosotros no hay espectáculo. Ni lienzo vacío. Ni tempestad.

- No podemos añorarnos ni deshabitarnos. Ni siquiera especular desde el olvido.

Las nubes negras se evaporan, rápidas, y tras el trueno y las carreras aparecen los niños levantando el vuelo de sus cometas y una banda de música empieza a afinar sus lutiers de sogas y madera carcomida [ sólo nos está permitido desaparecer un lapso limitado de tiempo, sí, y estudiar la soledad anónima de los otros como si fuera distinta a la nuestra, pero no ]

Siempre podemos desnudarnos con palabras y exponer nuestros naipes a la curiosidad de la luz. Dejarlos flotar entre las transparencias. Y luego descubrir el pulso y la secreta influencia de los círculos concéntricos, las proyecciones de Gauss, las espirales logarítmicas en las semillas del girasol, la curva de Koch o la recta de Leonhard Euler en la mitología triangular de la creación contra la ternura infinita del asombro que nos cautiva

O saltar al vacío desde los arrecifes últimos del corazón dejando suspendido un grito lacerado; una escalera de algodón y aire colgando sin puntos de apoyo, sin ataduras ni fisuras, justo en la vertical del abismo

Rumbo a la exactitud de la nada.

Juan Planas Bennásar