LUKE nº 81

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Literatura

Mirando hacia otra parte

Rosa Chacel

Vicente Huici

Rosa Chacel

Alcancía de Rosa Chacel. Leyendo estos diarios de la prolífica escritora vallisoletana, surge de inmediato la comparación con la figura de un médico cirujano que se operara a sí mismo.

En efecto, Rosa Chacel describe en Alcancía una buena parte de sus interioridades: sus problemas de salud, la contienda permanente con las editoriales para que le publiquen o le abonen los derechos de autora, sus crisis de esterilidad y sus arrebatos de creación y, sobre todo, las relaciones personales que mantiene con gentes más o menos conocidas del mundo de la literatura. En todo ello entra la Chacel como un cirujano, bisturí en mano, cortando por aquí y uniendo por allá, suturando y drenando, y cosiendo al fin, procurando no dejar muchas cicatrices. Y aún así, por lo que cuenta, las deja.

Después de hacer la operación, Rosa Chacel se toma una larga ducha, se pone guapa - por cierto, sólo a una mujer se le ocurriría comentar en el diario sus dudas sobre el vestido más adecuado para la ocasión - y se va a la presentación de su último libro. Exactamente igual que el cirujano que sale del vestuario con corbata y cabello engominado, hecho un brazo de mar que diría su madre, tras haber echado a la basura su bata y sus guantes ensangrentados.

Así, de la misma manera que , a veces , de los cirujanos sólo se quieren conocer sus explicaciones en la consulta y horrorizaría verlos en plena faena, sudorosos y ensangrentados como un torero , de los escritores sólo se desea conocer la obra y todo lo más su voz , pues si , por ejemplo, se fuera a cenar con ellos - algo a lo que aspira inocentemente mucho lletraferit amateur - se concluiría que , en muchos casos, toda la sensatez y sabiduría que muestran en sus obras, se tornan estupidez y megalomanía en contacto con los mortales.

Pero, en cualquier caso siempre habrá quien se interese por las interioridades, por las tripas de las personas y de las cosas, esas vísceras más o menos nobles que hacen que todo funcione y que, por lo general se esconden tras una piel tersa y, con los años, plateada. La piel del escritor, la piel del cirujano.